Estrellas de valentía
Emma era una niña curiosa y valiente durante el día, pero en cuanto caía la noche, su habitación se llenaba de sombras que le provocaban un miedo profundo.
Su mamá, preocupada por la situación de Emma, decidió buscar una solución para ayudar a su hija a superar ese temor.
Una tarde, mientras Emma jugaba con sus muñecas en su habitación iluminada por la luz del sol que se colaba por la ventana, su mamá entró con una caja llena de estrellas fosforescentes. "¡Mira lo que tengo para ti, Emma! Estas estrellas brillan en la oscuridad y puedes pegarlas en tu techo y paredes. Así tendrás tu propio cielo estrellado todas las noches", dijo mamá con una sonrisa.
Emma observó maravillada las estrellas brillantes y aceptó encantada la propuesta de su mamá. Esa noche, antes de ir a dormir, mamá colocó las estrellas en el techo y las paredes de la habitación de Emma.
Cuando apagaron la luz, las estrellas comenzaron a brillar débilmente. "¡Mamá, es como si estuviera durmiendo bajo un cielo lleno de estrellas! ¡Es hermoso!", exclamó Emma emocionada. "Así es, mi niña.
Ahora cuando cierres los ojos podrás imaginar que estás al aire libre admirando el firmamento", respondió mamá cariñosamente. Las noches ya no eran tan oscuras ni aterradoras para Emma. Las estrellas fosforescentes le brindaban consuelo y tranquilidad mientras se acurrucaba en su cama.
Poco a poco fue perdiendo el miedo a la oscuridad gracias al cielo estrellado que había creado en su habitación.
Un día, mientras paseaban por el parque al atardecer, Emma vio a un niño pequeño asustado porque se estaba oscureciendo y tenía miedo de irse a casa. "¿Qué te pasa? ¿Por qué tienes miedo?", preguntó Emma acercándose al niño. El niño explicó que le daba temor la oscuridad porque pensaba que monstruos podían aparecer en cualquier momento.
Entonces, Emma recordó cómo ella también había sentido ese mismo miedo antes de tener sus estrellas fosforescentes. Con ternura y empatía, Emma compartió con el niño cómo había superado su propio temor a través del cielo estrellado en su habitación.
Y juntos idearon un plan: buscaron ramitas para hacer varitas mágicas e imaginaron juntos un escudo invisible contra los monstruos nocturnos. "Ahora estarás protegido por nuestro escudo especial contra los monstruos", aseguró Emma con una sonrisa reconfortante.
El niño se sintió más tranquilo y acompañado gracias a la ayuda de Emma.
Desde ese día, los dos niños se volvieron amigos inseparables y cada noche salían juntos al balcón para contemplar las verdaderas estrellas en el cielo mientras recordaban su aventura contra los monstruos imaginarios.
Gracias a su valentía para enfrentar sus propios miedos y ayudar a otros niños como ella misma había sido ayudada por su madre; ahora disfrutaba plenamente tanto del día como de la noche sabiendo que siempre habría una luz brillando dentro de ella capaz de disipar cualquier sombra tenebrosa.
FIN.