Estrellas en la Oscuridad


Había una vez un niño llamado Mateo que tenía un gran miedo a la oscuridad. Cada noche, cuando llegaba la hora de irse a dormir, se llenaba de temor al apagar las luces.

"Mamá, tengo miedo", decía Mateo con voz temblorosa mientras se aferraba a su osito de peluche. Su mamá siempre trataba de calmarlo y le decía:"No tienes por qué tener miedo, Mateo. La oscuridad no es más que la ausencia de luz".

Pero por más que su mamá intentara explicarle eso, el miedo seguía ahí. Un día, mientras paseaban en el parque, Mateo encontró a un nuevo amigo llamado Lucas. Resultó que Lucas también tenía miedo a la oscuridad.

"¡Yo también tengo mucho miedo!", exclamó Lucas cuando Mateo le contó sobre su temor. Los dos niños decidieron buscar juntos una solución para superar ese miedo. Investigaron en libros y preguntaron a sus padres cómo podían enfrentarlo.

Un día, durante una visita al planetario, descubrieron algo maravilloso: las estrellas brillan aún más en la oscuridad. Eso les pareció increíble y emocionante. "¡Mateo! ¡Lucas! ¿Quieren saber algo?" -dijo el guía del planetario-.

"La oscuridad nos permite ver cosas hermosas como las estrellas y los planetas". Esa revelación llenó de asombro e ilusión a los dos amigos. Decidieron entonces convertir su habitación en un espacio lleno de estrellas para que cada noche fuera como estar bajo el cielo estrellado.

Juntos, Mateo y Lucas pegaron estrellas luminosas en el techo y las paredes de sus habitaciones. Cada una brillaba intensamente en la oscuridad, llenando su cuarto de luz y alegría.

Esa noche, cuando llegó la hora de irse a dormir, Mateo se acostó en su cama mirando su nueva constelación personalizada. Al ver las estrellas brillar, sintió que el miedo comenzaba a desvanecerse poco a poco. "Lucas, ¿estás ahí?", preguntó Mateo desde su habitación.

"Sí, estoy aquí", respondió Lucas desde su propia habitación-. "Estoy viendo las estrellas también". Los dos amigos hablaron durante un rato antes de quedarse dormidos.

Se dieron cuenta de que no importaba si estaba oscuro o claro afuera; siempre tendrían algo hermoso para admirar: sus propias estrellas brillantes. A medida que pasaban los días, Mateo y Lucas se fueron dando cuenta de que la oscuridad no era tan aterradora como pensaban.

Aprendieron que hay belleza incluso en los lugares más oscuros y que cada uno tiene la capacidad de encontrar esa luz interior dentro de sí mismos. Con el tiempo, Mateo dejó atrás por completo su miedo a la oscuridad.

Ahora podía apagar las luces sin temor alguno y disfrutar del sueño tranquilo junto a sus amigas las estrellas. Y así termina esta historia sobre cómo dos amigos encontraron una forma especial para superar sus miedos juntos.

Porque cuando compartimos nuestras preocupaciones con alguien más, siempre podemos encontrar soluciones creativas e inspiradoras.

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