Estrellas fugaces y amistades brillantes
Había una vez en la hermosa ciudad de Bogotá, una niña llamada Valentina. Valentina era una pequeña muy curiosa y soñadora, siempre le encantaba mirar las estrellas antes de dormir.
Una noche, mientras Valentina observaba el cielo desde su ventana, notó algo extraño. Las estrellas parecían moverse y brillar más intensamente que nunca. Fascinada por este espectáculo celestial, decidió aventurarse afuera para descubrir qué estaba sucediendo.
Cuando salió a la calle, se dio cuenta de que todas las estrellas habían caído del cielo y se habían convertido en pequeñas luces flotantes. Valentina no podía creerlo ¡Las estrellas ahora eran luciérnagas! Valentina siguió el rastro de las luciérnagas hasta llegar a un parque cercano.
Allí encontró a un grupo de niños jugando con ellas.
Se acercó tímidamente y preguntó: "¿Por qué las estrellas se convirtieron en luciérnagas?"Uno de los niños respondió: "¡Es un regalo mágico! Anoche hicimos un deseo colectivo para que las estrellas pudieran estar más cerca de nosotros". Valentina sonrió emocionada y decidió hacer su propio deseo. Cerró los ojos con fuerza y pidió: "Quiero que estas luciérnagas me enseñen algo nuevo cada noche".
En ese momento, todas las luciérnagas comenzaron a volar alrededor de Valentina como si quisieran guiarla hacia algo especial. Al día siguiente, cuando Valentina despertó, encontró una pequeña nota junto a su almohada. Decía: "Hoy aprenderás sobre la naturaleza".
Valentina se levantó emocionada y se preparó para descubrir qué le tenía preparado el mundo ese día. Esa tarde, mientras caminaba por un hermoso sendero en el bosque, las luciérnagas comenzaron a revolotear alrededor de ella.
La guiaron hacia un árbol majestuoso donde había un grupo de niños plantando semillas. Valentina se acercó y preguntó: "¿Qué están haciendo?"Uno de los niños respondió: "Estamos ayudando a la naturaleza plantando árboles y cuidando el medio ambiente".
Valentina decidió unirse a ellos y juntos trabajaron duro para plantar más árboles en el bosque. Al final del día, Valentina estaba orgullosa de haber aprendido sobre la importancia de cuidar nuestro planeta. Los días siguientes fueron igualmente emocionantes para Valentina.
Las luciérnagas siempre le dejaban una nota mágica con algo nuevo por aprender. Aprendió sobre amistad, creatividad, respeto y muchas otras cosas maravillosas.
Valentina compartía todo lo que aprendía con sus amigos en la escuela, quienes también quedaban fascinados con sus historias llenas de magia y enseñanzas. Con el paso del tiempo, las luciérnagas volvieron a ser estrellas en el cielo nocturno. Pero Valentina nunca olvidaría las lecciones que había aprendido gracias a ellas.
Y así fue como Valentina descubrió que cada noche estrellada puede ser una oportunidad para aprender algo nuevo y especial. Desde entonces, Valentina siguió siendo una niña curiosa y soñadora, siempre mirando las estrellas con la esperanza de que un nuevo conocimiento mágico llegara a su vida.
Y tú, ¿qué aprenderías en una noche estrellada?
FIN.