Estrellas Viajeras



Era una noche tranquila en el barrio de Lugano. Lucía, una niña curiosa de ocho años, se sentó en la terraza de su casa, lista para observar el cielo. Con su fiel telescopio, el cual había heredado de su abuelo, cada noche exploraba las estrellas y los planetas. Lucía siempre pensó que las estrellas eran como pequeños amigos que la acompañaban en sus sueños.

"Hoy espero descubrir algo nuevo", se dijo con una sonrisa, mientras acomodaba el telescopio.

La noche estaba repleta de estrellas brillantes y la luna se asomaba tímida entre las nubes.

"¿Qué será esa estrella tan grande?", se preguntó, mientras ajustaba el enfoque del telescopio. De repente, una luz intensa apareció entre las constelaciones. Lucía se quedó boquiabierta.

"¡Es como si una estrella estuviera encendiendo su luz justo para mí!", exclamó.

De pronto, un suave susurro llegó a sus oídos.

"Hola, Lucía!" - dijo una voz dulce, como el canto de un pájaro.

Lucía comenzó a mirar a su alrededor, confundida.

"¿Quién me habla?" - preguntó, temblando de emoción.

"Soy Estrella, una estrella viajera. He estado observándote y sé que te gusta explorar el cielo. ¿Te gustaría acompañarme en un pequeño viaje?" - respondió la luz brillante.

Lucía sintió que su corazón se llenaba de alegría y, sin pensarlo dos veces, asintió.

"¡Sí, quiero! Pero, ¿cómo puedo llegar hasta vos?" - preguntó con anhelo.

"Solo cierra los ojos y cuenta hasta tres. Cuando los abras, estarás en mi mundo" - dijo Estrella.

Lucía cerró los ojos y contó: "Uno, dos, tres". Cuando los abrió, se encontró flotando en el espacio, rodeada de un resplandor hermoso y brillante. Había estrellas de todos los colores y un arcoíris que parecía un puente brillante.

"¡Wow! ¡Esto es increíble!" - gritó Lucía, llena de alegría.

"¡Bienvenida a mi hogar!" - dijo Estrella. "Aquí, cada estrella tiene una historia que contar. Vamos a verlas juntas."

La primera estrella a la que se acercaron era de color rojo.

"Soy Rubí, la estrella de la valentía. Los valientes que cruzan las tormentas me contemplan y encuentran su fortaleza" - susurró apenada.

"¡Qué historia tan inspiradora!" - dijo Lucía. "Nunca había pensado que las estrellas pudieran ser tan sabias."

Siguiendo su camino, encontraron a otra estrella, esta vez de un azul profundo.

"Hola, yo soy Celeste, la estrella de los sueños. Los niños que miran hacia el cielo con esperanza me encuentran y me cuentan sus secretos y anhelos" - explicó la estrella con dulzura.

"¡Me encantaría contarte sobre mis sueños!" - respondió Lucía emocionada.

Continuaron su aventura, viajando de estrella en estrella, descubriendo historias de amistad, amor, y perseverancia. Lucía se dio cuenta de que cada estrella era un faro de luz que guiaba a los seres humanos en sus propios viajes.

Pero en medio de la alegría, un giro inesperado sucedió. De repente, el cielo comenzó a oscurecerse y una niebla densa los envolvió.

"¿Qué está pasando?" - preguntó Lucía, con un toque de miedo en su voz.

"Es el tiempo de regresar, mi amiga" - dijo Estrella, con voz tranquila. "Pero no temas, llevate todo lo aprendido en tu corazón. Prometelo, cada vez que mires al cielo, recuerda que siempre estaré aquí para guiarte."

Lucía sintió una calidez en su interior y sonrió.

"Lo prometo, Estrella. Siempre recordaré nuestras historias y a todas tus amigas." - dijo con firmeza.

Y con un parpadeo, se encontraba de vuelta en su terraza, viendo la noche estrellada.

"¡Hasta pronto, estrellas viajeras!" - gritó al cielo, con los brazos extendidos.

Desde ese día, cada vez que miraba por su telescopio, Lucía no solo veía estrellas, sino a sus amigas, llenas de historias y sabiduría, guiándola en su camino. Y así, Lucía comprendió que la curiosidad y el deseo de aprender pueden llevarnos a lugares increíbles, incluso a mundos que nunca imaginamos.

Y con la mirada al cielo, se durmió soñando con nuevas aventuras, recordando siempre que las estrellas, además de ser bellas, estaban llenas de historias que esperarían ser contadas.

FIN.

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