Eva, Emma y Natalia



En un pequeño pueblo lleno de magia y sueños, tres amigas inseparables, Eva, Emma y Natalia, se despertaron un día y se dieron cuenta de que tenían un poderoso don: podían convertirse en las princesas de sus cuentos favoritos. Eva se transformó en Rapunzel, con su largo cabello dorado; Natalia se transformó en Elsa, la reina de las nieves; y Emma se convirtió en Mérida, la valiente arquera escocesa.

Un día soleado, mientras jugaban en el bosque, escucharon un rugido aterrador que provenía del mar. "¿Qué fue eso?" - preguntó Eva, con su hermoso cabello ondeando al viento. "No lo sé, pero suena peligroso" - respondió Emma, con su arco en la mano.

Guiadas por el sonido, las princesas se adentraron en el bosque y llegaron a la playa, donde encontraron a un enorme dragón que estaba causando estragos. El dragón, que parecía estar muy enfadado, estaba gritando y lanzando humo por las fosas nasales. "¡No, por favor, no se lo lleven!" - gritó un niño que estaba llorando.

"¿Qué sucede?" - preguntó Natalia, acercándose al niño.

"¡El dragón se llevó a todos los niños de mi clase! ¡No sé qué hacer!" - exclamó el pequeño, asustado.

Las tres princesas se miraron y decidieron que tenían que ayudar. Eva, con su larga cabellera, tuvo una idea. "¡Puedo usar mi cabello para atar al dragón!" - dijo animada.

"¡Eso es genial, pero necesitamos distraerlo primero!" - agregó Emma.

Natalia utilizó sus poderes de hielo para crear una tormenta de nieve que rodeó al dragón, haciéndolo confundir.

"Ahora, Eva!" - gritó Emma. Eva corrió hacia el dragón, mientras el hielo lo mantenía distraído. Con destreza y valentía, lanzó su cabello como si fuera una liana.

El dragón, sorprendido, trató de liberarse, pero se enredó en el cabello de Rapunzel.

"¡Ahora!" - exclamó Natalia, conjurando una bola de nieve mágica. "Dragón, no queremos hacerte daño, solo queremos salvar a los niños!" - dijo con voz suave.

El dragón parpadeó, confundido. "¿Salvar a los niños?" - preguntó con voz profunda. "No los he atrapado, solo quiero jugar con ellos... ¡me aburro!"

Las princesas se miraron, dándose cuenta de que el dragón no era malvado, solo estaba solo.

"¡Vengan! Vamos a jugar juntos!" - dijo Emma, sugiriendo la idea.

Natalia sonrió y le dijo al dragón: "Podemos jugar a la nieve y hacer muñecos juntos."

El dragón frunció el ceño, pero luego sonrió. "¿De verdad?" - preguntó.

"¡Claro que sí!" - respondió Eva, liberándolo con su cabello.

Los tres comenzaron a jugar en la arena, haciendo muñecos de nieve y corriendo.

Observaron al dragón más relajado, dándose cuenta de que no era un enemigo, sino un compañero de juego.

"Creo que ahora podemos liberar a los niños" - dijo Emma. "Vamos a invitar a todos a un juego grande 'Dragón y Princesas'."

"¡Sí!" - coincidieron las otras.

Finalmente, llamaron a todos los niños de la clase y les explicaron lo de su nuevo amigo, el dragón. Al principio, los niños estaban confundidos, pero el dragón les demostró que era amigable al llevarlos en su espalda y jugar con ellos en la playa.

Juntos, hicieron castillos de arena, risas llenaban el aire y la felicidad se extendió por todas partes.

El dragón prometió cuidar de los niños y ser su amigo. La clase entera se unió al juego, y ese día fue recordado como el día en que se hicieron nuevos amigos, incluso con un dragón.

Las princesas bailaron con sus amigos, felices de haber encontrado una solución pacífica a un comienzo peligroso.

Al caer la tarde, se despidieron del dragón. "¡Hasta la próxima!" - gritó Natalia, mientras el dragón se alejaba, prometiendo volver.

De regreso en su pueblo, Eva, Emma y Natalia se dieron cuenta de que la verdadera valentía no estaba en luchar, sino en entender y encontrar soluciones.

"Hicimos un gran trabajo hoy" - dijo Eva, sonriendo.

"Los amigos siempre encuentran una manera" - añadió Natalia.

"Y siempre podemos volver a jugar juntos" - concluyó Emma.

Y así, las princesas valientes aprendieron que la amistad puede superar cualquier obstáculo y que incluso las criaturas más temidas pueden ser amigos, solo hace falta escuchar y comprender.

FIN.

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