Eva, la niña de las alas agradecidas
Había una vez una niña llamada Eva, quien era conocida por ser muy amable y siempre buscar la paz entre sus amigos.
Siempre que había alguna pelea o discusión, Eva intervenía con su dulce voz para pedir a todos que se disculparan y se entendieran. Sus amigas la apodaron "la diosa del gracias", porque ella siempre decía —"gracias" después de cada disculpa.
Eva estaba muy orgullosa de este apodo, ya que creía firmemente en el poder de las palabras amables y en cómo podían transformar cualquier situación negativa. Con el paso de los años, Eva siguió cultivando su espíritu gentil y pacífico. Se convirtió en una joven llena de bondad y compasión hacia los demás.
Pero un día, algo extraordinario sucedió: mientras caminaba por el parque un día soleado, Eva se elevó en el aire sin ninguna explicación. Al principio, sintió miedo e incertidumbre al encontrarse flotando sobre el mundo.
Sin embargo, pronto se dio cuenta de que esta nueva habilidad le daba la oportunidad perfecta para ayudar a más personas con su don especial. Eva decidió usar su poder para llevar gratitud y alegría a todas las personas que encontrara en su camino.
Volaba por las calles saludando a extraños con un radiante "¡Gracias!" e iluminando sus rostros con sonrisas sinceras. Un día, mientras volaba sobre un pequeño pueblo llamado Arcoirisville, escuchó llantos provenientes de un parque cercano.
Se acercó rápidamente para descubrir qué estaba pasando y vio a un grupo de niños discutiendo y peleando por un juguete. Eva descendió suavemente y se acercó al grupo de niños.
Con una voz amable, les dijo: "Hola chicos, ¿qué está pasando aquí?". Los niños se quedaron sorprendidos al verla flotar en el aire, pero rápidamente explicaron la situación. "¡Es mío!", gritaba uno. "¡No, es mío!", respondía otro. Eva sonrió y les pidió que se calmaran.
Luego, con su dulce voz, les dijo:"Chicos, sé que todos quieren el juguete. Pero recuerden que compartir es algo maravilloso. Si lo comparten entre todos podrán divertirse mucho más".
Los niños se miraron entre sí y finalmente aceptaron compartir el juguete. Eva los felicitó por tomar la decisión correcta y les dio las gracias por escucharla. A partir de ese día, Eva siguió volando por diferentes lugares llevando su mensaje de gratitud y paz a todas partes.
Se convirtió en una inspiración para muchas personas, quienes aprendieron la importancia de ser amables y agradecidos en sus vidas.
La historia de Eva nos enseña que incluso las acciones más pequeñas pueden tener un impacto enorme en el mundo que nos rodea. A través de su bondad infinita y palabras gentiles, logró convertirse en una verdadera diosa del gracias para todos aquellos que tuvieron el privilegio de conocerla.
Y así fue como Eva demostró al mundo entero que ser amable no solo hace felices a los demás, sino también a uno mismo.
Su legado perdurará por siempre como un recordatorio de lo poderoso que puede ser un simple —"gracias" para transformar nuestras vidas y el mundo en el que vivimos.
FIN.