Exploradores de Ideas


Había una vez en la antigua ciudad de Jerusalén, un grupo de niños muy curiosos y aventureros llamados Mateo, Marcos, Lucas y Juan. A ellos les encantaba explorar y descubrir nuevos lugares en la ciudad.

Un día, mientras jugaban cerca del templo, escucharon un ruido proveniente del interior. Sin pensarlo dos veces, se adentraron en el lugar sagrado para investigar qué estaba sucediendo.

Al llegar al templo, los niños se sorprendieron al encontrar a un grupo de romanos hablando con los fariseos, saduceos y escribas. Estaban discutiendo sobre cómo mejorar la vida de las personas en la ciudad.

Mateo le dijo a sus amigos: "¡Debemos acercarnos para escuchar lo que están diciendo!"Los cuatro niños se escondieron detrás de una columna y comenzaron a escuchar atentamente todo lo que decían los adultos. "Creo que deberíamos construir más escuelas para que todos los niños tengan acceso a una educación", sugirió uno de los romanos.

"Eso sería genial", respondió entusiasmado uno de los escribas. "Si todos aprenden a leer y escribir, podrán tener mejores oportunidades en el futuro".

Los fariseos también tenían ideas interesantes: "Podríamos organizar talleres donde enseñemos valores morales importantes como el respeto y la honestidad", propuso uno de ellos. "Y podríamos ayudar a las personas más necesitadas brindándoles comida y refugio", agregó otro saduceo con voz amable. Los niños estaban maravillados por todas estas ideas tan positivas.

Pero justo cuando pensaban que la reunión había terminado, escucharon algo que los dejó boquiabiertos. "Creo que deberíamos darle más poder a los niños en nuestra sociedad", dijo uno de los romanos. "Ellos tienen una perspectiva fresca y pueden tener grandes ideas".

Los niños no podían creer lo que estaban escuchando. Nunca antes habían pensado que sus opiniones podrían ser importantes para los adultos. "¡Deberíamos decirles nuestras ideas!", exclamó emocionado Marcos.

Los cuatro amigos salieron de su escondite y se acercaron al grupo de discusión. "¡Hola! Somos Mateo, Marcos, Lucas y Juan", se presentaron. Los adultos sonrieron ante la valentía de esos pequeños intrépidos. "¿Y ustedes qué piensan sobre cómo mejorar nuestra ciudad?", les preguntó uno de los romanos con curiosidad genuina.

Mateo tomó la palabra: "Creemos que podríamos organizar eventos deportivos donde todos puedan participar. Así fomentaremos el trabajo en equipo y la amistad entre las personas".

Lucas agregó: "También podríamos construir parques y jardines para que todos puedan disfrutar del aire libre". Juan continuó: "Y podemos enseñar a todos sobre el respeto por el medio ambiente para mantener nuestra ciudad limpia y saludable". Los adultos quedaron impresionados con las ideas de los niños.

Habían encontrado una nueva fuente de inspiración en ellos. A partir de ese día, los romanos, fariseos, saduceos, sanedrín y escribas comenzaron a trabajar junto a Mateo, Marcos, Lucas y Juan para hacer realidad todas esas ideas maravillosas.

La ciudad de Jerusalén se convirtió en un lugar lleno de alegría y prosperidad gracias a la colaboración entre adultos y niños. Todos aprendieron que escuchar las opiniones de los demás, sin importar su edad, es fundamental para construir una sociedad mejor.

Y así, estos valientes exploradores demostraron al mundo que no hay límites cuando se trata de hacer el bien y mejorar la vida de todos.

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