Fabian el niño con la boca sucia
Fabian era un niño travieso y simpático, pero tenía un problema: siempre decía palabras malas y groseras. Sus padres intentaban enseñarle buenos modales, pero parecía que las malas palabras se le escapaban sin querer.
Un día, cuando estaba jugando en el parque, se tropezó y se lastimó la rodilla. -¡Ay, mierda! -exclamó Fabian sin pensar. A su lado, escuchó la risa de un señor mayor que estaba alimentando a las palomas.
-¿Te lastimaste, chiquito? -le preguntó el hombre con una sonrisa amable. Fabian asintió llorando. El señor sacó un pañuelo y limpió la herida de Fabian. -¿Sabes qué? A veces las malas palabras salen solas, pero si te propones cambiar, puedes lograrlo -le dijo el hombre.
Fabian se secó las lágrimas y asintió. A partir de ese día, cada vez que sentía ganas de decir una mala palabra, se mordía la lengua o pensaba en algo lindo. Poco a poco, las malas palabras desaparecieron de su vocabulario.
Sus padres notaron el cambio y lo felicitaron. Fabian se sentía orgulloso de sí mismo y aprendió que siempre hay maneras de mejorar. Desde entonces, se convirtió en un ejemplo para sus amigos y compañeros, enseñándoles que cambiar está en sus manos.
FIN.