Facundo y la lección de la abuela Rosario
Había una vez en Neuquén un niño llamado Facundo, que siempre se portaba mal y nunca quería hacer la tarea.
Sus padres, preocupados por su actitud, intentaban hablar con él para que cambiara su comportamiento, pero Facundo parecía no escuchar. Un día, cansados de la situación, los padres de Facundo decidieron llevarlo a visitar a su abuela Rosario. Ella era conocida por ser sabia y tener historias maravillosas que siempre dejaban una lección importante.
Al llegar a la casa de la abuela Rosario, Facundo estaba molesto por haber sido llevado allí. Sin embargo, cuando entraron a la acogedora casa llena de libros y recuerdos antiguos, algo en el ambiente hizo que Facundo se sintiera curioso.
"¿Qué los trae por aquí?", preguntó sonriente la abuela Rosario. Los padres de Facundo explicaron la situación y cómo estaban preocupados por el comportamiento del niño.
La abuela asintió con comprensión y les dijo que tenía algo especial preparado para ese día. "Facundo, ¿te gustaría escuchar una historia?", preguntó la abuela Rosario con ternura. Facundo asintió sin mucha emoción, pero en su interior sentía curiosidad por lo que sucedería a continuación.
La abuela comenzó a contar la historia de un joven perezoso llamado Mateo, quien siempre evitaba sus responsabilidades y prefería jugar todo el día.
Un día, Mateo se encontró con un hada mágica en el bosque que le mostró cómo cada acción tiene consecuencias y cómo esforzarse vale la pena al final del día. Facundo escuchaba atentamente cada palabra de la abuela Rosario y poco a poco comenzó a reflexionar sobre su propia actitud.
Se dio cuenta de que sus acciones afectaban no solo a él mismo sino también a las personas que lo rodeaban. Al terminar la historia, la abuela Rosario miró fijamente a Facundo y le dijo: "Cada uno tiene dentro de sí mismo el poder de elegir ser mejor cada día.
Tú puedes cambiar tu actitud si así lo decides". Facundo sintió un nudo en la garganta al darse cuenta del daño que había causado con su comportamiento rebelde.
Se disculpó con sus padres y prometió esforzarse más en sus tareas escolares desde ese momento. A partir de ese día, Facundo cambió radicalmente. Comenzó a hacer sus tareas sin protestar e incluso ayudaba en las labores del hogar sin ser pedido.
Sus padres notaron el cambio positivo en él y estaban orgullosos de su transformación. La visita a la abuela Rosario se convirtió en un punto de inflexión para Facundo, quien aprendió una valiosa lección: nunca es tarde para cambiar y mejorar como persona.
Y así, gracias al poder transformador de las historias inspiradoras, Facundo se convirtió en un ejemplo para todos los niños de Neuquén.
FIN.