Facundo y su Gran Amigo
Facundo era un niño de diez años que vivía en Paysandú y estudiaba en la escuela 89. Le apasionaba jugar al fútbol. Cada vez que el timbre sonaba al final de la jornada, lo primero que hacía era correr al parque con su pelota. Pero Facundo no estaba solo; tenía un gran amigo llamado Rocco, un perro fuerte y fiel que siempre lo acompañaba.
Un día, Facundo se decidió a inscribirse en un club de fútbol al que muchos de sus amigos asistían. Estaba emocionado y un poco nervioso al mismo tiempo. Al llegar a la primera práctica, se dio cuenta que había exagerado al pensar que todos los demás eran unos expertos.
Cuando uno de los chicos, Tomi, tomó el balón y hizo un gran gol, se rió y dijo:
- “¿Quién creía que vendría solo a correr? ”
Facundo sintió que su corazón se hundía un poco. No quería que nadie lo viera como un principiante torpe. Rocco, que estaba acostado a los pies de Facundo, parecía sentir su tristeza.
Esa noche, Facundo se sentó en su cama y miró a Rocco.
- “No sé si voy a poder hacerlo, amigo. Los chicos son muy buenos y yo soy solo un principiante”, confió Facundo. Rocco le dio un lengüetazo en la mano, como si le dijera “vamos, sigue intentándolo”.
Al día siguiente, en la escuela, Facundo decidió que no iba a rendirse. En la hora del recreo, corrió hasta la cancha y se unió a un grupo que jugaba. Aunque perdió más veces de las que ganó, disfrutó cada momento del juego. Con cada pelotazo y cada pase, su confianza fue creciendo.
Después de varias semanas de práctica, llegó el día del primer partido del club. Facundo estaba muy nervioso. Se fue con Rocco al parque, buscando algo de tranquilidad. Allí, el golden retriever se lanzó a jugar a la pelota y Facundo se rió, olvidándose un poco de sus nervios.
- “Mirá cómo corre, parece que él no tiene miedo”, dijo Facundo mientras se reía.
Cuando llegó el momento del partido, Facundo sintió que su estómago daba vueltas. Pero recordó a Rocco, su fiel amigo que siempre estaba a su lado, y eso lo llenó de valor. Al principio, el juego fue difícil. El equipo contrario anotó un gol rápido, pero Facundo no se desanimó.
- “Dale, Facundo, ¡podemos hacerlo! ” gritó su compañero Leo.
Facundo se concentró. Recordó todos los entrenamientos y los momentos en que había logrado mejorar. Cuando recibió la pelota, sintió que todo valía la pena. Con un gran esfuerzo, dribló a un par de chicos, pasó el balón a Leo y él anotó un gol.
- “¡Bien, Facundo! ¡El equipo es lo que importa! ”, le gritó Tomi, sorprendiendo a Facundo.
El partido terminó y, aunque su equipo no ganó, Facundo se sintió como un verdadero campeón porque había mejorado y había disfrutado del juego. Rocco, que había estado esperando al costado, en cuanto Facundo salió del campo, corrió hacia él, moviendo la cola como si celebrara su victoria.
- “Lo hicimos, Rocco, ¡jugamos bien! ” exclamó Facundo mientras lo abrazaba.
Desde ese día, Facundo comprendió que lo más importante no era ganar, sino disfrutar del juego, practicar y aprender. Se hizo grandes amigos en el club y siempre llevaba a Rocco con él en sus aventuras futbolísticas.
Así, con su feliz amigo a su lado, Facundo nunca dejó de soñar con ser un gran jugador de fútbol. La vida siguió dando sorpresas y desafíos, pero con fuerza, amistad y dedicación, Facundo sabía que podía lograr lo que se propusiera.
FIN.