Farah y la Gran Aventura en el Cole
Había una vez una niña llamada Farah. Era una niña curiosa y juguetona, con una sonrisa que iluminaba cualquier rincón del aula. Un día, la profesora decidió cambiarla de sección para ayudarla a tener nuevos amigos y aprender de forma diferente.
Farah estaba un poco nerviosa por el cambio, pero también emocionada. El primer día en su nueva clase se sintió como una exploradora en un nuevo mundo. Sin embargo, al salir de la escuela y dirigirse a casa, Farah notó que algo raro estaba sucediendo.
"¡Eh, mirá, es Farah!" - gritó su amiga Lupe desde la vereda. Farah sonrió y levantó la mano, pero al mismo tiempo vio que algunos chicos de su antigua sección estaban corriendo de un lado a otro. De repente, uno de ellos, llamado Martín, se acercó.
"Farah, ¿vas a venir al parque después de la escuela?" - le preguntó Martín con ojos brillantes.
"No sé, estoy en una nueva sección y no estoy segura si puedo..." - Farah respondió un poco dudosa.
"¡Vamos! No es tan difícil!" - exclamó Martín. Fue entonces cuando Farah decidió ser valiente y aceptó la invitación.
Al otro día, durante el receso, Farah se sentó con sus nuevos compañeros. Sin embargo, decidió que necesitaba hacer algo especial para acercarse a ellos. Así que le propuso a su profesora un juego de aventuras por toda la escuela donde ellos se convertirían en exploradores.
"Profesora, ¿podemos jugar a ser exploradores?" - preguntó Farah con sus ojos chispeantes.
"¡Esa es una idea maravillosa, Farah!" - respondió la profesora riendo. "¿Qué te parece si cada uno se elige un nombre de explorador y buscamos pistas por el colegio?"
Farah y sus compañeros empezaron a planear el juego mientras también pensaba en sus amigos de la antigua sección. En un momento, se le ocurrió una idea:
"¿Por qué no invitar a la otra sección a unirse a nosotros? Así todos seremos amigos y nos divertiremos juntos!"
Sus nuevos amigos miraron a Farah con sorpresa, pero estaban de acuerdo.
El día llegó, y cuando los niños de ambas secciones se reunieron, la emoción fue contagiosa. Farah recordó lo que había aprendido de los adultos: siempre es mejor compartir. Se sintió feliz de ver cómo sus dos mundos se fusionaban.
"¿Listos para la búsqueda del tesoro!" - gritó Farah mientras saltaba de felicidad. La aventura comenzó, y cada descubrimiento les traía risas y nuevas amistades.
Pero hubo un momento de tensión cuando un grupo de niños se perdió. Farah, con su espíritu aventurero, no dudó en organizar una búsqueda.
"No podemos dejar a nadie atrás, necesitamos encontrarlos!" - dijo con determinación. Estaban a punto de rendirse cuando escucharon risas en un rincón del patio. ¡Habían encontrado a los perdidos!
Todos los niños se abrazaron en un gran círculo y rieron juntos. La profesora se acercó emocionada.
"Han trabajado en equipo y demostraron que juntos son más fuertes" - les dijo.
Farah sonrió, sintiéndose satisfecha. Aprendió que cambiar de sección no significaba dejar atrás a sus antiguos amigos, sino que podía unirlos a todos en una gran aventura.
Al final del año escolar, Farah decidió que quería seguir uniendo a sus compañeros y organizó una fiesta de fin de año donde todos serían bienvenidos, sin importar la sección.
"La amistad no tiene secciones. ¡Une a todos!" - gritó emocionada.
Y así fue como Farah, la niña que al principio tenía miedo del cambio, se convirtió en la estrella del colegio, demostrando que la valentía y la amistad son los mayores tesoros que podemos encontrar en el trayecto de la vida.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.