Fede y el gatito aventurero
Había una vez un payaso llamado Fede, que vivía en un pequeño circo junto a sus amigos malabaristas, trapecistas y animales. Fede era muy querido por todos, pero siempre se sentía triste porque no tenía un hogar propio.
Un día, mientras ensayaban para el gran espectáculo de esa noche, Fede escuchó un ruido extraño proveniente de detrás del telón. Se acercó curioso y encontró a un pequeño gatito blanco y negro escondido entre las cortinas.
El gatito parecía asustado y sin hogar. Fede se agachó suavemente y le dijo al gatito: "Hola amiguito, ¿qué te pasa? No tengas miedo, yo soy Fede el payaso".
El gatito miró a Fede con sus grandes ojos verdes y comenzó a ronronear. Parecía feliz de haber encontrado a alguien amable. Fede decidió llevar al gatito con él al centro del circo para presentarlo a sus amigos. Todos estaban emocionados de conocer al nuevo integrante de la familia circense.
Decidieron llamarlo —"Risitas" por su divertida forma de jugar. Risitas se convirtió en la mascota oficial del circo y todos los artistas lo adoraban.
Pero aún así, Fede seguía sintiéndose triste porque no tenía un lugar donde ambos pudieran sentirse realmente en casa. Una mañana soleada, mientras paseaban por el parque cercano al circo, Fede vio una hermosa casita abandonada en medio del campo. Tenía flores coloridas en el jardín y una cerca blanca pintada a mano.
Fede se acercó y leyó un cartel que decía: "Se vende". Su corazón dio un salto de alegría. Pensó que tal vez esa podría ser la casa perfecta para él y Risitas.
Sin perder tiempo, Fede fue a buscar al dueño y le explicó su situación. El dueño del lugar, un amable anciano llamado Don Carlos, escuchó atentamente la historia de Fede y decidió ayudarlo.
Don Carlos vendió la casita a Fede por un precio simbólico y juntos comenzaron a trabajar en arreglarla. Fede pintaba las paredes de colores brillantes mientras Risitas jugaba con los pinceles llenos de pintura. Poco a poco, la casita se transformaba en un verdadero hogar lleno de risas y amor.
Los amigos del circo también ayudaron con los muebles y decoraciones para hacerlo aún más acogedor. El día que finalmente terminaron las renovaciones, todos los artistas del circo organizaron una gran fiesta sorpresa para Fede y Risitas.
Hubo música, bailes y mucha diversión.
Fede miró a su alrededor con lágrimas de felicidad en sus ojos y dijo: "¡Gracias a todos por hacerme sentir como en casa! Ahora tengo mi propio lugar donde puedo compartir momentos especiales junto a mi querido Risitas". Desde aquel día, el circo era el hogar de todos los artistas durante las funciones, pero al final del día regresaban felices a sus propios hogares.
Y aunque el circo siempre sería su segunda familia, cada uno tenía su propio espacio donde podían descansar y sentirse realmente en casa. Y así, Fede y Risitas vivieron felices para siempre, disfrutando de su hermosa casita y compartiendo risas con todos los que visitaban el circo.
Aprendieron que un hogar no es solo un lugar físico, sino un espacio donde uno se siente amado y protegido.
FIN.