Fede y el Misterio de la Casa Alfa



Era una vez, en un pequeño barrio de Buenos Aires, un niño llamado Fede. Tenía diez años y era muy curioso. Hoy, como todos los días, decidió explorar un lugar misterioso que había descubierto, la Casa Alfa. Un viejo chalé, abandonado desde hace muchos años, se alzaba al final de su calle. Los rumores decían que estaba encantada y que nadie se atrevía a entrar.

Fede, armado con una linterna y su fiel perro Pahasos, se acercó a la puerta chirriante de la Casa Alfa.

"¿Vas a entrar, Fede?" - ladró Pahasos, como si entendiera la importancia del momento.

"¡Claro, Pahasos! ¡No puedo dejar que otros se queden con el misterio!" - respondió Fede, lleno de valentía.

Al empujar la puerta, un viento helado sopló desde el interior. Sin pensarlo dos veces, Fede y Pahasos cruzaron el umbral. La casa estaba cubierta de polvo, y las telarañas colgaban de las esquinas.

- “¡Mira! ¡Hay algo brillante allá! ” - dijo Fede, señalando una luz que parpadeaba en la penumbra. Se acercaron, y descubrieron un antiguo teléfono de disco que emitía una luz misteriosa. Eran los años 80, y Fede sabía que ese teléfono llevaba mucho tiempo sin usarse.

"¿Crees que funcione, Pahasos?" - preguntó, intrigado.

"¡Inténtalo!" - parecía decir el perrito, moviendo la cola.

Fede giró el disco y, para su sorpresa, la luz se intensificó y comenzó a sonar una melodía. De repente, un estallido de colores iluminaron la habitación. ¡Era un holograma de un niño llamado Elcumisterio!"¡Hola! Soy Elcumisterio, el guardián de esta casa. He estado esperando a alguien curioso como vos. Necesito tu ayuda para resolver un enigma." – dijo el holograma.

Fede se quedó boquiabierto.

"¿Un enigma? ¿Qué tipo de enigma?" - preguntó con emoción.

"En la casa hay un tesoro escondido, pero está protegido por tres pruebas. Si logras superarlas, tendrás acceso a un gran secreto." - explicó Elcumisterio.

Fede se giró a mirar a Pahasos, quien con un ladrido de apoyo, le dio fuerzas.

"¡Vamos a hacerlo, Pahasos! ¿Cuál es la primera prueba?" - dijo Fede, decidido.

El holograma sonrió y siguió:

"La primera prueba es la prueba de la amistad. Debés encontrar a un amigo que te ayude a resolver un acertijo."

Fede pensó en su amiga Sofía, a quien siempre le gustaban los desafíos.

"¡Sofía! ¡Voy a buscarla!" - exclamó. Con Pahasos a su lado, salió corriendo hacia la casa de su amiga.

Cuando llegó, encontró a Sofía jugando en el jardín.

"¡Sofía! ¡Necesito tu ayuda con algo! Hay un enigma en la Casa Alfa y el guardián me dijo que debo resolverlo juntos." - le explicó Fede, emocionado.

"¡Claro, Fede! ¡Vamos! Los enigmas son lo mío!" - respondió Sofía entusiasmada.

Ambos regresaron a la Casa Alfa y llamaron a Elcumisterio.

"¡Ya estamos aquí!" - gritaron juntos.

"Muy bien, aquí está el acertijo: En el cielo brillan, en el agua se reflejan y en la tierra son tesoros. ¿Qué es?" - dijo Elcumisterio.

Fede y Sofía se miraron, pensando intensamente.

"¡Las estrellas!" - exclamó Sofía después de un momento.

"¡Eso es!" - gritó Fede, emocionado. Elcumisterio sonrió.

"¡Han superado la primera prueba! La segunda prueba es la prueba de la creatividad. Deben hacer algo inventivo usando los objetos de esta habitación."

Miraron a su alrededor y vieron un montón de cosas viejas: una escoba, una guitarra rota y un sombrero.

"¡Hagamos una obra de teatro!" - sugirió Fede.

"¡Sí! Yo haré de reina, y vos serás el valiente caballero que salva el día!" - agregó Sofía.

Ambos se pusieron a crear una historia improvisada, utilizando los objetos como vestimenta y escenografía. Mientras actuaban, Elcumisterio aplaudía desde el holograma.

"¡Fantástico! Han demostrado mucha creatividad. Para la última prueba, deben encontrar la llave que abre el baúl donde se guarda el tesoro."

Fede y Sofía se pusieron a buscar como locos. Revisaron detrás de los muebles, en los estantes y hasta debajo de la alfombra. Finalmente, Pahasos, moviendo su hocico, descubrió una pequeña caja escondida. Cuando Fede la abrió, encontró una pequeña llave dorada.

"¡Aquí está!" - gritó Fede, levantando la llave con orgullo.

Una vez más, llamaron a Elcumisterio.

"Hemos encontrado la llave, ¡ahora qué!" - anunciaron.

"Bien hecho, amigos. Ahora sí, abran el baúl." - dijo, mientras el holograma iluminaba el lugar. Fede se acercó al baúl, sintiendo el latido de su corazón.

"Aquí vamos…" - murmuro. Con un giro de la llave, el baúl se abrió, revelando un tesoro de libros llenos de aventuras.

"Ustedes han encontrado el verdadero tesoro, el saber. Ahora tienen la responsabilidad de compartirlo con otros." - dijo Elcumisterio, sonriendo.

Fede y Sofía miraron los libros, comprendiendo la importancia de la lectura y cómo podrían cambiar el mundo.

"¡Podemos hacer un club de lectura!" - propuso Sofía.

"¡Sí! Y vamos a invitar a todos nuestros amigos a que se unan y descubran este tesoro." - agregó Fede, con una sonrisa.

Así, la Casa Alfa se convirtió en un lugar de reunión lleno de imaginación y amistad. Fede, Sofía y Pahasos aprendieron que el verdadero misterio no estaba solo en buscar un tesoro, sino en compartir experiencias y crecer juntos.

Y así, con valentía y curiosidad, el niño y su mejor amiga descubrieron que cada rincón del mundo podía ocultar maravillas si se miraba con los ojos del corazón.

Desde ese día, la Casa Alfa fue un lugar de aventuras interminables, llenas de risas, historias y un gran tesoro: la amistad.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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