Fede y el Viaje a la Tierra de los Buenos Médicos



Había una vez un niño llamado Fede, que tenía tres años y un pelo rubio ceniza que brillaba como el sol. Tenía unos ojos verdes que parecían dos pequeños esmeraldas. Pero un día, Fede se sintió un poco débil y su mamá decidió llevarlo al hospital.

Cuando llegaron, era un lugar grande y blanco, lleno de luces y ruidos. Fede miraba todo con curiosidad, pero también sentía un poco de miedo.

"¿Mamá, por qué estoy aquí?" - preguntó Fede, apretando la mano de su mamá.

"Estás aquí porque los doctores necesitan ayudarte, mi amor. Tienes algo que se llama aplasia médular. Eso significa que tu cuerpo necesita un poco de ayuda para producir las cosas que te mantienen fuerte y saludable" - respondió su mamá con una sonrisa tranquilizadora.

Fede miró a su mamá con sus ojos verdes muy abiertos. No sabía bien qué significaba, pero sentía que estaba en un lugar donde a las personas les importaba mucho su salud.

Al poco tiempo, un médico amable entró en la habitación. Tenía una bata blanca y gafas grandes que hacían que sus ojos lucieran aún más grandes y amables.

"Hola, Fede. Soy el Doctor Diego. Estoy aquí para ayudarte. Verás, en tu cuerpo hay pequeños soldaditos que luchan contra las enfermedades y te mantienen sano. Tu cuerpo no está produciendo suficientes de esos soldaditos, pero no te preocupes, ¡estamos aquí para solucionar eso!" - dijo el doctor sonriendo.

Fede escuchó atentamente. Gracias a sus palabras, se sintió un poco más valiente.

"Pero, Doctor, ¿dolor?" - preguntó Fede, con una voz temblorosa.

"Puede que sientas un poco de pinchazo, pero es porque necesitamos darle un empujoncito a tus soldaditos. ¿Te parece que podemos hacerlo juntos?" - le preguntó el doctor.

"Sí, yo soy valiente. ¡Como un superhéroe!" - exclamó Fede, sintiéndose un poco más fuerte.

Días pasaron y Fede se sometió a varios tratamientos. A veces se sentía cansado, pero cada vez que veía a su mamá, a su papá y al doctor, se llenaba de valor. Juntos, le contaban historias de aventuras que sucedían en un lugar mágico llamado la Tierra de los Buenos Médicos.

"En la Tierra de los Buenos Médicos, todos los pequeños guerreros como vos se llenan de energía y corren libres en un campo de flores" - contaba su papá.

"Y hay mariposas que llevan mensajes de alegría, y cada vez que un niño se siente mejor, una estrella brilla más en el cielo" - añadía su mamá.

Fede, imaginando todo eso, comenzó a soñar con la Tierra de los Buenos Médicos. A medida que pasaban las semanas, comenzó a sentir que su cuerpo se llenaba de más energía. Un buen día, el Doctor Diego llegó con una sonrisa radiante.

"¡Fede! Tus soldaditos están volviendo más fuertes. ¡Estamos por el buen camino!" - dijo el doctor.

Fede sonrió con un brillo especial en sus ojos verdes. Sabía que pronto podría irse a casa y jugar en el parque.

Un día, tras un chequeo, el doctor les dio una gran noticia.

"Hoy es un día especial, ¡Fede ya puede volver a casa! Tus soldaditos están listos para seguir la pelea afuera, en la gran aventura de la vida."

Fede saltó de alegría. "¡Voy a correr como un superhéroe!"

La familia de Fede se abrazó fuertemente, y mientras salían del hospital, Fede miró al cielo.

"Gracias, Doctor Diego, por ayudarme a ser fuerte."

El doctor solo sonrió. "Siempre estaré aquí para ayudar. Ahora, ¡a correr, superhéroe!"

Y así fue como Fede, con sus ojos verdes brillantes y su corazón lleno de valentía, regresó a casa, listo para nuevas aventuras. Y aunque su experiencia en el hospital había sido un poco difícil, él sabía que había tenido un equipo en la Tierra de los Buenos Médicos que lo cuidó y lo ayudó a sanar.

Fede entendió que a veces, la salud requiere ayuda, pero que al final, siempre hay luz y amor. Y agradecido, prometió mostrar a todos sus amigos la magia de ser valientes.

Fin.

FIN.

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