Fede y las Estrellas Viajeras



Había una vez un astronauta llamado Federico, pero todos le decían Fede. Fede vivía en una nave espacial y pasaba sus días viajando por el infinito del espacio. Su mejor amigo, un pequeño robot llamado R2, estaba siempre a su lado.

Una noche, mientras volaban en su cohete, Fede miró por la ventana y vio un espectáculo increíble.

"¡R2! ¡Mirá cuántas estrellas hay esta noche!" - exclamó Fede, entusiasmado.

"¡Sí, Fede! Cuentan que hay más estrellas que granos de arena en la Tierra. ¿Te gustaría contar algunas?" - respondió R2 con su voz suave y melodiosa.

Así fue como empezaron a contar las estrellas desde la ventana de su cohete. Uno, dos, tres... pero pronto se dieron cuenta de que era imposible contar todas esas luces brillantes.

"¡Es un desafío demasiado grande!" - dijo Fede. "Pero, ¿sabés qué? Cada estrella podría ser un nuevo amigo esperando ser descubierto."

"¡Exacto! Tal vez deberíamos visitar una de esas estrellas algún día." - sugirió R2 con entusiasmo.

Mientras volaban, se encontraron con un pequeño problemita en su viaje. Una de las máquinas del cohete empezó a hacer ruidos extraños.

"Uh-oh, eso no suena bien, R2. Vamos a revisar qué pasa." - dijo Fede un poco preocupado.

Bajaron al panel de control y vieron que uno de los cables se había soltado.

"No te preocupes, Fede. Yo puedo ayudar a arreglarlo. Solo necesito tus manos para conectar esto." - dijo R2, con confianza.

"¡Vamos a hacerlo!" - gritó Fede mientras se ponía manos a la obra.

Con la ayuda de su amigo, lograron reparar el cohete, y en pocos minutos, volvieron a estar en marcha hacia la Tierra.

"¡Lo logramos, R2! Eres un gran robot. ", - dijo Fede, sonriendo.

"Claro que sí, pero no podría haberlo hecho sin tu ayuda. Si eres amigable, siempre conseguirás que los demás también te ayuden." - contestó R2.

Un rato después, llegaron a la Tierra y Fede aterrizó suavemente en el campo donde solía jugar de niño. Al abrir la puerta de su cohete, sintieron la brisa fresca y el olor de la hierba recién cortada.

"¡Qué lindo es volver a casa! Pero, ¿sabes qué, R2?"

"¿Qué es, Fede?" - preguntó R2 curioso.

"Espero que algún día podamos visitar esas estrellas y conocer a los amigos que están ahí. Quiero aprender sobre sus historias y aventuras." - dijo Fede soñador.

Y así, después de contar las estrellas y vivir nuevas aventuras, Fede y R2 prometieron seguir explorando el universo, buscando siempre nuevos amigos entre las estrellas.

"Al final, lo que importa no es cuántas estrellas contamos, sino las experiencias que vivimos juntos" - añadió Fede, mientras miraban el cielo estrellado a su alrededor.

"¡Exacto, y siempre seremos amigos!" - concluyó R2 con un parpadeo de luces.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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