Federico, el fantasma risueño



Había una vez una niña llamada Sofía que se mudó junto a su familia a una antigua casa en un pequeño pueblo.

La casa necesitaba algunas reformas, por lo que sus padres contrataron a unos obreros para que la arreglaran. Un día, mientras los obreros trabajaban en la sala de estar, escucharon risas y ruidos extraños. Todos se asustaron y salieron corriendo de la habitación. Pero Sofía, valiente como era, decidió investigar qué estaba pasando.

Al entrar a la sala, vio a un fantasma divertido flotando en el aire. Tenía una sonrisa traviesa y parecía estar disfrutando de las bromas que hacía a los obreros.

Sofía no se asustó y le preguntó:"¡Hola! ¿Quién eres tú?"El fantasma respondió con voz juguetona:"¡Soy Federico, el fantasma bromista! Me encanta hacer travesuras divertidas". Sofía se rió y dijo:"Bueno Federico, me alegra conocerte. Pero ten cuidado con tus bromas porque podrías asustar demasiado a las personas".

Federico pensó por un momento y luego dijo:"Tienes razón Sofía, no quiero lastimar ni asustar a nadie. Quiero ser un fantasma bueno". A partir de ese día, Sofía se convirtió en amiga del fantasma bromista Federico.

Juntos idearon maneras de hacer bromas sin causar miedo o daño a nadie. Una tarde calurosa de verano, decidieron organizar una fiesta sorpresa para los obreros como muestra de agradecimiento por su arduo trabajo.

Sofía y Federico prepararon todo en secreto: decoraron la sala, hicieron ricos postres y bebidas refrescantes. Cuando los obreros terminaron su trabajo, entraron a la sala y se llevaron una gran sorpresa al verla tan hermosamente decorada.

Todos se divirtieron muchísimo en la fiesta sorpresa, riendo y compartiendo historias. Federico entendió que no necesitaba asustar a las personas para divertirse. Descubrió que hacer reír a otros era mucho más gratificante.

A partir de ese momento, decidió utilizar sus habilidades bromistas para alegrar los corazones de quienes lo rodeaban. Sofía también aprendió una valiosa lección: nunca juzgar a alguien por su apariencia o reputación inicial. Al darle una oportunidad a Federico, descubrió que el fantasma bromista podía ser un amigo leal y divertido.

La casa de Sofía se convirtió en un lugar lleno de risas y alegría gracias al espíritu juguetón de Federico. Las reformas finalmente terminaron, pero él decidió quedarse allí para seguir haciendo felices a todos los que visitaran la casa.

Y así fue como Sofía enseñó al fantasma bromista Federico el verdadero valor de la amistad y cómo usar sus habilidades para hacer sonreír a los demás.

Juntos demostraron que incluso un fantasma travieso puede cambiar y convertirse en algo maravilloso cuando encuentra el camino correcto. Desde entonces, cada vez que alguien se mudaba a esa casa antigua, encontraban un hogar lleno de risas y alegría, gracias a la amistad entre Sofía y Federico, el fantasma bromista.

FIN.

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