Federico y la lección de generosidad


Había una vez en un hermoso bosque, un ave llamada Federico. Federico era un ave de colores brillantes y plumaje suave, pero tenía un problema: era extremadamente egoísta.

Siempre quería tener todo para él y no le importaba compartir con los demás animales del bosque. Un día, mientras volaba por el bosque en busca de comida, Federico se encontró con una pequeña ardilla llamada Lucas.

Lucas estaba buscando nueces para guardarlas y tener suficiente alimento para el invierno. "Hola Federico", saludó Lucas amablemente. "¿Podrías ayudarme a buscar nueces? Estoy teniendo dificultades para encontrarlas". Federico miró a Lucas de arriba abajo y respondió con desdén: "Lo siento, pero no tengo tiempo para ayudarte.

Tengo cosas más importantes que hacer". Lucas se sintió triste por la respuesta de Federico, pero decidió seguir buscando las nueces por su cuenta. A medida que pasaban los días, Federico seguía siendo egoísta y nunca ayudaba a nadie.

Un día soleado, mientras volaba cerca del río, Federico vio a una familia de patitos jugando en el agua. La mamá pata estaba muy preocupada porque uno de sus patitos había quedado atrapado entre unas ramas cerca de la orilla.

Federico pensó durante unos segundos si debería ayudar o no. Finalmente, decidió acercarse a la mamá pata y preguntarle qué estaba pasando. "Hola señora Pata", dijo Federico con cierta vacilación.

"¿Necesita ayuda?"La mamá pata miró a Federico con esperanza y respondió: "Sí, por favor. Mi patito está atrapado entre esas ramas y no puedo sacarlo". Federico se acercó rápidamente al lugar donde estaba el patito atrapado y usó su pico para liberarlo.

El patito salió ileso y nadó hacia su mamá, quien lo abrazó con alegría. La mamá pata le dio las gracias a Federico una y otra vez, y él se sintió muy bien por haber ayudado.

A partir de ese momento, algo cambió dentro de Federico. Se dio cuenta de que ser egoísta no era la forma correcta de vivir. Decidió cambiar su actitud y empezar a ayudar a los demás animales del bosque.

Federico comenzó compartiendo su comida con aquellos que tenían hambre. Ayudaba a construir nidos para los pájaros que no sabían cómo hacerlo. Incluso enseñaba a los más jóvenes cómo volar correctamente. El bosque comenzó a cambiar gracias al nuevo comportamiento de Federico.

Los animales se volvieron más amigables entre sí y trabajaban juntos para mantener el equilibrio del ecosistema. Un día, mientras Federico volaba junto a Lucas en busca de nueces, Lucas miró hacia abajo y vio un árbol lleno de frutas maduras.

"¡Mira Federico! ¡Hay muchas frutas ahí!", exclamó Lucas emocionado. "Podemos compartirlas con todos nuestros amigos del bosque". Federico sonrió ampliamente y dijo: "¡Claro que sí! Vamos a recolectar todas las frutas juntos".

Desde ese día, Federico se convirtió en un ave generosa y solidaria. Aprendió que ayudar a los demás no solo hace feliz a quienes reciben ayuda, sino también al que la brinda. Y así, el bosque vivió en armonía gracias al cambio de actitud de Federico.

Todos los animales aprendieron la importancia de compartir y trabajar juntos para hacer del mundo un lugar mejor. Y colorín colorado, esta historia ha terminado.

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