Federico y la Misión Salvadora
Había una vez en el tranquilo pueblo de Laborde, una hermosa laguna habitada por una gran cantidad de animales.
En medio de la laguna vivía un flamenco llamado Federico, quien se destacaba por su elegante plumaje rosa y su grácil forma de moverse. Federico era muy querido por todos los habitantes del pueblo, quienes disfrutaban verlo bailar y volar sobre las aguas cristalinas de la laguna.
Sin embargo, algo empezó a preocupar a Federico: la contaminación que estaba afectando el lugar donde vivía. Un día, mientras caminaba por la orilla de la laguna, Federico notó que los árboles a su alrededor estaban marchitos y tristes.
Se acercó a uno de ellos y le preguntó:- ¿Qué te pasa amigo árbol? Pareces estar enfermo. El árbol suspiró con voz débil y respondió:- La contaminación está dañando nuestras raíces y no podemos obtener suficiente agua para sobrevivir. Estamos muriendo poco a poco.
Federico se entristeció al escuchar esto y decidió tomar cartas en el asunto. Convocó una reunión con todos los animales del pueblo para discutir cómo podrían solucionar este problema.
- Amigos -dijo Federico-, debemos hacer algo para detener esta contaminación que está acabando con nuestra querida laguna y nuestros preciosos árboles. ¿Alguna idea? Los animales pensaron durante un momento hasta que finalmente un sapo levantó su mano.
- ¡Yo tengo una idea! Podemos organizar una campaña para concientizar a las personas sobre la importancia de cuidar el medio ambiente y evitar la contaminación. Todos los animales aplaudieron emocionados por la idea del sapo. Federico tomó la palabra nuevamente:- Excelente propuesta, amigo sapo.
Vamos a trabajar juntos para limpiar nuestra laguna y hacer que nuestro pueblo vuelva a ser un lugar hermoso y saludable. Los animales se dividieron en grupos y comenzaron a limpiar las aguas de la laguna, reagarrando basura y desechos contaminantes.
También plantaron nuevos árboles alrededor de la orilla para ayudar a recuperar el equilibrio natural. Mientras tanto, Federico voló hasta el centro del pueblo donde se encontraban los humanos.
Les habló sobre los peligros de la contaminación y cómo estaban afectando a todos los seres vivos en el área. Las personas escucharon atentamente las palabras de Federico y se dieron cuenta del daño que estaban causando sin saberlo. Prometieron cambiar sus hábitos y cuidar mejor el medio ambiente.
Con el tiempo, gracias al esfuerzo conjunto de los animales y las personas, la laguna de Laborde volvió a ser un lugar próspero y lleno de vida.
Los árboles florecieron nuevamente, las aguas se volvieron cristalinas y todos los habitantes fueron más conscientes del impacto que sus acciones tenían en su entorno. Federico continuó disfrutando de su hogar junto a sus amigos animales, bailando con alegría sobre las aguas tranquilas de la laguna.
Y cada vez que veía algún indicio de contaminación, recordaba lo importante que era cuidar y proteger el lugar que tanto amaba.
FIN.