Felicitas y el Festival de Aves del Parque
Era un hermoso sábado por la mañana y Felicitas, una niña de 4 años llena de energía y curiosidad, se despertó con el canto de los pájaros que venía desde la ventana.
- ¡Mamá, mamá! - gritó Felicitas emocionada. - ¡Hoy quiero ir al parque a ver aves!
La mamá de Felicitas sonrió, sabía que su hija adoraba pasar tiempo al aire libre, especialmente rodeada de animales.
Llegaron al parque y Felicitas, con su gorra de colores y su mochila llena de galletitas, estaba lista para la aventura.
Cuando estaban allí, Felicitas vio un gran cartel que decía "¡Festival de Aves!"
- ¡Mirá, mamá! - exclamó. - ¡Hay un festival de aves!
Decidieron acercarse y, para su sorpresa, vieron aves de todos los colores: azules, amarillas, rojas y verdes, pequeñitas y un poco más grandes.
Un hombre de barba larga y sombrero, que parecía ser el organizador del festival, les dio la bienvenida.
- ¡Hola, pequeña aventurera! - dijo el hombre. - ¿Quieres aprender sobre las aves?
- ¡Sí, sí! - respondió Felicitas, saltando de alegría.
El hombre les mostró un gran ave azul que se llamaba "Pájaro Loro".
- Este es el loro, ¿sabías que puede imitar sonidos? - explicó el hombre.
- ¡Guau! - asombró Felicitas. - ¿Puede imitar el canto de otros pájaros?
- Exactamente, Felicitas. Los loros son muy inteligentes. Ahora, si le das un poco de fruta, te mostrará su talento.
Felicitas le dio un trocito de manzana y el loro comenzó a imitar el sonido de una flauta. Todos los presentes se rieron y aplaudieron.
Continuaron recorriendo el festival, aprendiendo sobre diferentes aves. Pero de repente, un pequeño pajarito amarillo que estaba cerca de un árbol se asustó y salió volando, ¡directo hacia un arbusto!
- ¡Oh, pobrecito! - dijo Felicitas con preocupación. - ¡Debemos ayudarlo!
Ella corrió hacia el arbusto, mientras el hombre del festival la seguía, intentando explicarle.
- A veces los pájaros se asustan y se esconden. Lo mejor es esperar a que se sientan seguros.
Felicitas se sentó en una piedra cercana y se quedó en silencio, observando.
- ¡Mirá! - dijo en un susurro. - Está asomando la cabecita.
Y así fue, el pajarito salió poco a poco del arbusto, miró a Felicitas y, tras un momento, volvió a volar.
- ¡Lo logramos, Felicitas! - aplaudió el hombre. - Tu paciencia y cuidado ayudaron al pajarito a sentirse seguro.
- ¡Fue su decisión! - dijo Felicitas. - ¡Solo mire cómo se siente mejor!
El día continuó lleno de juegos, canciones, y aprendizaje. Al final del festival, todos disfrutaron de un hermoso espectáculo de aves volando juntas en el cielo.
Felicitas miró hacia arriba, su corazón latía con emoción.
- ¡Son como un arco iris en el cielo! - exclamó.
Y el hombre del sombrero sonrió y dijo:
- Exactamente, Felicitas. Y lo más importante, siempre hay que cuidar y respetar a nuestros amigos los animales.
- ¡Lo prometo! - respondió Felicitas, con una gran sonrisa.
Y así, Felicitas y su mamá regresaron a casa, llenas de historias, risas y un nuevo amor por las aves y la naturaleza. Desde ese día, Felicitas siempre llevó consigo el mensaje de cuidar la naturaleza, por pequeño que sea.
Y así, cada vez que veía un pajarito, sonreía y recordaba el festival. Sus aventuras apenas comenzaban.
FIN.