Felipe y el Bosque Encantado



Había una vez un niño llamado Felipe que tenía 5 años y una especial amistad con su gato, Max. Felipe siempre soñaba con tener una casa en el árbol, así que un día decidió construir una en el gran roble del jardín. Con ayuda de su mamá y su papá, lograron hacer una pequeña casita que miraba al bosque cercano.

"¡Mirá, Max! Nuestra nueva casa está lista", exclamó Felipe lleno de alegría.

"Miau, miau", respondió Max, haciendo una pirueta como si también estuviera emocionado.

Cada tarde, después de jugar, Felipe subía a la casa del árbol con Max. Desde allí, podían ver todo el bosque. Un día, Felipe decidió aventurarse más allá de su jardín, hacia el bosque que siempre había querido explorar.

"¿Vamos a descubrir qué hay dentro? Ojalá encontremos algo mágico", dijo Felipe, mirando a su gato.

"Miau" , respondió Max, saltando al lado de Felipe.

Caminando entre los árboles, Felipe y Max llegaron a un lugar donde las flores brillaban de colores vivos y había mariposas danzando. Eran los colores más hermosos que había visto nunca.

"¡Esto es increíble!", dijo Felipe sorprendiendo.

"Miau, miau", respondió Max, como si también estuviera impresionado.

De repente, escucharon un susurro.

"¡Ayuda!", decía una voz tenue que provenía de detrás de un arbusto.

Sin pensarlo dos veces, Felipe se acercó y encontró a un pequeño conejito atrapado.

"No te preocupes, amigo. Te ayudaré", le dijo Felipe, intentando liberar al conejito con mucho cuidado.

Después de un rato de esfuerzo, Felipe finalmente logró sacar al conejito.

"¡Gracias! Soy Timo. Pensé que quedaría atrapado para siempre", dijo el conejito, moviendo sus orejas con felicidad.

Max se acercó a Timo, olfateándolo con curiosidad.

"Somos Felipe y Max. Estamos explorando el bosque. ¿Te gustaría unirte a nosotros?", preguntó Felipe.

Timo sonrió y asintió.

"¡Sí! ¡Vamos! Hay muchas cosas mágicas que podríamos encontrar", dijo, saltando de alegría.

Felipe, Max y Timo siguieron explorando hasta que llegaron a un claro hermoso, donde había una fuente de agua cristalina.

"¡Es un lugar mágico!", exclamó Timo.

"¡Mirad cómo brilla el agua!", dijo Felipe, lleno de emoción.

De repente, una ardilla se asomó desde un árbol cercano.

"Hola, amigos. ¿Qué están haciendo aquí?", preguntó la ardilla, moviendo su cola.

Felipe se presentó y contó cómo había liberado a Timo del arbusto.

"¡Eso es asombroso!", dijo la ardilla. "Soy Nala. Si quieren, puedo llevarlos a un lugar que se llama La Cueva de las Maravillas. Hay cosas increíbles allí".

"¡Sí, sí, queremos ir!", dijeron Felipe y Timo al unísono.

Siguiendo a Nala, los amigos caminaron y caminaron, hasta llegar a la cueva. Entraron con cautela, y al encender las linternas que Felipe había traído, se encontraron rodeados de piedras preciosas que brillaban como estrellas.

"¡Guau! Es como un sueño", dijo Felipe, contemplando la belleza del lugar.

"Miau" , añadió Max, mirando las luces con fascinación.

"Pueden llevarse una piedra como recuerdo", sugirió Nala.

Felipe eligió una piedra rosa, Timo una azul, y Max una verde.

"Siempre recordaremos este día", dijo Felipe contento.

"Sí, gracias, Nala", añadió Timo.

Cuando comenzaron a regresar a casa, de repente se escuchó un trueno y el cielo se oscureció.

"¡Oh no!", exclamó Felipe. "No sé si vamos a llegar a casa a tiempo".

"No se preocupen. Síganme. Hay un camino secreto que nos llevará de vuelta rápidamente", dijo Nala, moviendo su cola.

Siguieron a Nala, corriendo entre los árboles mientras la lluvia comenzaba a caer. Pronto llegaron a un sendero conocido, que los guiaría de regreso al jardín de Felipe.

"¡Lo logramos!", dijo Felipe, aliviado al ver su casa.

"Miau" , dijo Max, sacudiéndose el agua.

Al llegar, se despidieron de Timo y Nala.

"¡Gracias por la mejor aventura!", gritó Felipe, mientras Max ronroneaba en señal de agradecimiento.

Desde ese día, Felipe, Max y Timo se encontraron muchas veces para jugar. Aprendieron que la amistad y ayudar a los demás son lo que realmente hace un día mágico. Y así, su bosque ya no era un lugar desconocido, sino su querido bosque encantado, lleno de aventuras y amigos.

Y así, Felipe nunca olvidó su primer viaje en el bosque, donde conoció a Timo y Nala, y donde, con la ayuda de su querido amigo Max, vivió una aventura inolvidable.

FIN.

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