Felipe y el perrito sin hogar
Era una tarde soleada en el parque de su barrio. Los árboles se mecían suavemente con la brisa, y los niños reían y jugaban en los toboganes y columpios. Felipe, un niño curioso y aventurero de diez años, paseaba por el sendero disfrutando de la naturaleza. De repente, algo llamó su atención.
Un pequeño perrito de color marrón oscuro estaba acurrucado bajo un arbusto. Su apariencia era triste; tenía el pelaje sucio y unas orejas caídas como si el mundo se hubiera olvidado de él. Felipe se acercó lentamente para no asustarlo.
"Hola, amigo. ¿Estás perdido?" - dijo Felipe, agachándose al lado del perrito. El animal lo miró con grandes ojos marrones y comenzó a mover la cola lentamente.
Felipe sintió un nudo en el corazón. "No creo que estés perdido. Más bien, pareces abandonado..." - continuó. Entonces, decidió darle algo de su merienda, un pequeño trozo de sándwich que había traído. El perrito lo devoró en un instante, mirando a Felipe como si le estuviera agradeciendo.
"Te llamaré Tobi. ¡Me parece un buen nombre para vos!" - exclamó Felipe sonriente. No podía dejar al perrito allí solo, así que pensó en cómo podría ayudarle.
Felipe miró alrededor y vio a una mujer mayor que paseaba a su perro. "¡Hola!" - gritó, llamando su atención. La mujer se acercó. "¿Qué sucede, niño?" - preguntó.
"Encontré a este perrito abandonado. Me gustaría ayudarlo, pero no sé cómo." - explicó Felipe.
La mujer observó a Tobi y su rostro se iluminó. "¡Pobre criatura! Me alegra que te preocupes por él. Podrías llevarlo a la protectora de animales que está cerca de aquí. Ellos podrán ayudar a que encuentre un hogar." - dijo, señalando en dirección a la esquina del parque.
Felipe asintió con determinación. "¡Sí! Pero, ¿cómo lo llevo?" - se preguntó, un poco preocupado.
"No te preocupes, yo puedo ayudarte. Tengo una correa en mi bolsa. Vamos juntos, yo también quiero ayudar." - la mujer ofreció. Felipe se sintió aliviado y feliz de no estar solo en su aventura.
Juntos, caminaban por el sendero llevando a Tobi con cuidado. La mujer le hablaba a Felipe sobre la importancia de cuidar a los animales, y cómo cada criatura merece un hogar amoroso.
"En la protectora, podrán darle comida, un lugar calentito y, lo más importante, buscarle una familia que lo quiera" - añadió mientras llegaban.
Al llegar a la protectora, fueron recibidos por un grupo de personas amables que trabajaban allí. Felipe explicó la situación y todos se pusieron manos a la obra para atender a Tobi.
Un veterinario les examinó y les dijo: "Este pequeño necesita algunos cuidados, pero está en buen estado. Con un poco de amor y paciencia, estará listo para encontrar un hogar muy pronto."
Mientras Tobi recibía atención, Felipe se sintió un poco triste por dejarlo, pero también estaba contento de saber que estaba en el lugar adecuado.
"¿Puedo volver a visitarlo?" - preguntó Felipe con melancolía.
"¡Por supuesto! Aquí siempre necesitamos buenas almas como vos que se preocupen. Además, habrá días en que abriremos las puertas para que la gente venga a jugar con los perritos y conocerlos." - respondió el encargado.
A partir de ese día, Felipe se convirtió en un frecuente visitante de la protectora. Cada vez que iba, poco a poco le fue creciendo una conexión especial con Tobi. Y en una de esas visitas, vio como una familia vino a conocerlo.
"¿Adoptarán a Tobi?" - preguntó Felipe emocionado, a lo que la familia respondió que sí, que estaban buscando un nuevo amigo.
Cuando la familia se llevó a Tobi, Felipe sintió una mezcla de alegría y tristeza. "Adiós, Tobi. ¡Sé que serás muy feliz!" - exclamó mientras el perrito giraba su cabecita hacia él, como despidiéndose.
Con el tiempo, Felipe entendió la importancia de cuidar y ayudar a los animales. Se unió a un grupo de jóvenes voluntarios en la protectora, y enseñaba a otros niños sobre el respeto hacia los animales.
"Cada vez que vemos a un animal en la calle, podemos hacer algo. No solamente ellos necesitan ayuda, nosotros también podemos aprender mucho de su amor y lealtad." - les decía a sus amigos.
Felipe nunca olvidó a Tobi y siempre estará agradecido por el día en que decidió ayudar a un pequeño perrito en su parque. Su valentía y su amor lo llevaron no solo a salvar a un amigo, sino también a convertirse en un defensor de todos los animales sin hogar, enseñando a muchos que un pequeño gesto puede cambiar vidas.
FIN.