Felipe y la Magia de Ciudad de Piedra



En una pequeña ciudad rodeada de altas montañas y construida con enormes bloques de piedra, vivía un niño llamado Felipe. Ciudad de Piedra era conocida por sus impresionantes esculturas esculpidas en la roca y por las leyendas que susurraban sus habitantes sobre el misterioso Fountain of Wishes, una fuente mágica que, según decían, concedía un deseo a aquel que demostrara ser realmente valiente y puro de corazón.

Un día de primavera, Felipe estaba en el parque, observando a sus amigos jugar.

"¿Por qué no jugás, Felipe?" - le preguntó su amiga Ana, lanzando una pelota al aire.

"Hoy no tengo ganas. Me gustaría hacer algo extraordinario" - contestó Felipe mientras miraba a lo lejos, donde se podía ver la silueta de la montaña más alta.

Felipe siempre había soñado con encontrar la fuente mágica, pero sabía que el camino hacia ella era difícil y lleno de desafíos. Sin embargo, su deseo de vivir una aventura creció cada día más. Finalmente, un amanecer decidió que era hora de emprender su búsqueda.

Felipe hizo una mochila con sus cosas más importantes: un bocadillo, una cantimplora de agua y su linterna. Antes de salir, se despidió de su mamá.

"Mamá, me voy a buscar la fuente mágica" - anunció, con determinación en su voz.

"¡Ten cuidado, Felipe!" - le respondió su madre con una sonrisa, sabiendo que su hijo tenía un gran espíritu aventurero.

"Lo prometo!" - contestó él, lleno de emoción.

Con cada paso que daba, la montaña parecía hacerse más imponente. Felipe ascendió por senderos angostos y rocosos, siguiendo un mapa antiguo que había encontrado en el Museo de la ciudad. A medida que subía, se encontró con varios obstáculos.

Primero, tuvo que atravesar un bosque denso y oscuro. Las ramas crujían a su alrededor, y las sombras jugueteaban con su imaginación.

"No hay nada que temer, solo sigue adelante" - se decía a sí mismo mientras caminaba con firmeza.

Después de salir del bosque, llegó a un pequeño puente que crujía al pisar.

"¿Y si se cae?" - pensó Felipe, nervioso. Pero recordó el deseo que lo movía.

"Yo puedo hacerlo" - se motivó y dio un paso decidido.

Con valentía y cuidado, llegó al otro lado sin caer, sintiéndose más fuerte y valiente que antes. Pero aún quedaba el último reto: un laberinto de piedras en el que había que resolver acertijos para encontrar la salida.

Allí, unas piedras gigantes hablaban entre sí.

"Para salir, debes responder una adivinanza" - dijo una piedra antigua.

"Soy algo que no se puede guardar, me puedes dar y nunca te voy a faltar. ¿Qué soy?"

"¡Es el tiempo!" - exclamó Felipe con entusiasmo al recordar lo que había aprendido en la escuela.

Las piedras lo dejaron pasar, admirando su sabiduría.

Finalmente, Felipe llegó a la cima de la montaña y se encontró con la Fuente de los Deseos. Estaba rodeada de flores brillantes y un aire fresco lo envolvía.

"¡Lo logré!" - exclamó Felipe emocionado.

"¿Qué deseas, valiente niño?" - susurró la fuente, su voz era como el murmullo del agua.

Felipe cerró los ojos, pensando en todo lo que había vivido.

"Deseo que todos en Ciudad de Piedra encuentren su fuerza interior y nunca dejen de soñar" - dijo con sinceridad.

La fuente brilló intensamente y, de repente, una lluvia de estrellas cayó sobre él. Con el corazón lleno de alegría, Felipe regresó a casa, sintiéndose no solo valiente sino también sabio.

Al llegar, su madre lo abrazó fuertemente.

"Felipe, ¡te extrañé!" - dijo su mamá mientras lo llenaba de besos.

"Mamá, tengo algo importante que contarte. Nuestra ciudad es mágica, porque cada uno de nosotros lleva su propia magia dentro" - respondió Felipe, mirando a sus amigos que jugaban en el parque.

Desde aquel día, Felipe se volvió un guía para otros niños, ayudándolos a encontrar su propia valentía y a perseguir sus sueños. Ciudad de Piedra nunca volvió a ser la misma. Todos aprendieron que la verdadera magia estaba en su deseo de crecer y de ser valientes, y así iniciaron una nueva era llena de aventuras e ilusiones.

"¡Vamos todos juntos a buscar nuestras propias fuentes!" - gritó Felipe un día, y sus amigos lo siguieron, por un camino lleno de risas, amistad y sueños por descubrir.

FIN.

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