Félix y sus amigos de la selva



Félix era un niño aventurero que siempre soñaba con explorar la selva. Un día, mientras paseaba por el bosque, se adentró en la densa vegetación y, sin darse cuenta, se perdió. La luz del sol se escondió detrás de las copas de los árboles, y la noche cayó sobre la selva. Félix, asustado, buscaba desesperadamente el camino de regreso a casa, pero solo encontraba árboles, sombras y sonidos desconocidos.

De repente, un rugido retumbó en la oscuridad. Félix se estremeció, pero decidió seguir el sonido. Para su sorpresa, se encontró con un imponente león que, en lugar de asustarlo, le dio la bienvenida a su hogar en la selva. El león, llamado Leopoldo, le contó a Félix que también se había perdido en la selva cuando era pequeño, pero que había aprendido a sobrevivir con valentía y astucia.

Mientras Félix se acostumbraba a la vida en la selva, conoció a una tierna osa llamada Otilia, que lo cuidaba como si fuera su propio cachorro. Otilia le enseñó a buscar frutas y a pescar en el río, y juntos construyeron una cómoda cabaña en un árbol para dormir bajo las estrellas.

Un día, cuando Félix recorría el río en busca de peces, un gran elefante llamado Eustaquio se le acercó con curiosidad. Eustaquio, con su largo y suave hocico, le mostró a Félix cómo recoger frutas de los árboles más altos y le enseñó a escuchar los sonidos de la selva para predecir el clima y estar seguro.

Félix se sentía querido y protegido por sus nuevos amigos; sin embargo, aún anhelaba regresar a casa con su familia. Con la ayuda de Leopoldo, Otilia y Eustaquio, trazaron un mapa para encontrar el camino de regreso. Juntos, atravesaron la selva, superando obstáculos y desafíos, siempre apoyándose mutuamente.

Finalmente, el día esperado llegó, y Félix vio a lo lejos la conocida claridad del bosque. Con lágrimas en los ojos, se despidió de sus amigos animales, agradeciéndoles por todo lo que habían compartido juntos. Leopoldo, Otilia y Eustaquio le dieron abrazos cálidos y palabras de ánimo, prometiendo que siempre estarían en su corazón, al igual que él en el de ellos.

De vuelta en casa, Félix no solo había aprendido a sobrevivir en la selva, sino también el verdadero significado del amor y la amistad, gracias a sus maravillosos amigos de la selva. Nunca olvidaría su increíble aventura y las lecciones que había aprendido, y a menudo soñaba con regresar a la selva para reencontrarse con Leopoldo, Otilia y Eustaquio.

FIN.

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