Feliz Susto, Mamá



En un tranquilo pueblito llamado Colores, vivía una niña llamada Lila. Era una niña curiosa y valiente, que siempre estaba en busca de nuevas aventuras. Su mayor alegría era pasar tiempo con su mamá, que se encargaba de hacer cada día especial. Sin embargo, Lila tenía un gran secreto: le encantaba asustar a su madre. No era con malas intenciones, sino solo para divertirse un poco.

Una mañana soleada, Lila decidió que era el día perfecto para hacer la mejor broma de todas.

"¡Voy a hacer que mamá grite!", pensó emocionada.

Salió al jardín y se le ocurrió una idea brillante. Hizo una máscara de monstruo con hojas, ramas y un viejo pañuelo que encontró escondido en el fondo del armario.

"¡Esto va a ser increíble!", se dijo mientras se preparaba.

Al mediodía, mientras su mamá cocinaba galletas de chocolate, Lila se acercó sigilosamente a la puerta de la cocina.

"¡Mamá!", empezó a gritar mientras le daba un buen susto.

Su madre se dio vuelta, y en el momento en el que vio a su hija con la máscara, soltó un grito, ¡pero luego comenzó a reírse!"¡Lila! ¡Me asustaste! Pero eso también es muy gracioso".

Lila se sintió feliz de que su broma había funcionado, pero también quedó intrigada por la reacción de su mamá.

Esa noche, Lila no podía dejar de pensar en lo divertida que había sido la tarde, así que decidió que necesitaría más sustos para el día siguiente. Al día siguiente, su mejor amigo Tomás vino a jugar.

"¿Vamos a hacer una broma a tu mamá?", dijo Tomás al ver lo entusiasmada que estaba Lila.

Con mucho entusiasmo, prepararon una nueva broma. Esta vez, pusieron una caja vacía en el camino que su madre solía recorrer. Estaba envuelta de tal manera que parecía que podría haber algo valioso dentro.

Cuando su mamá regresó del mercado, se acercó a la caja y al abrirla, una nube de confeti salió volando y Lila y Tomás gritaron al unísono:

"¡Sorpresa!"

Su madre, entre risas, muy divertida, les dijo:

"¡Esto es sorprendente! ¡Nunca dejen de ser creativos!"

Lila, emocionada por las reacciones, pensó en hacer cada vez más sustos. Sin embargo, al mismo tiempo, se dio cuenta de que también podría hacerle sorpresas agradables a su mamá.

Una tarde, decidió que era hora de devolverle a su mamá toda la alegría que le había traído. Se puso en marcha para preparar una linda sorpresa: un pic-nic en el parque con todas las galletas que había cocinado junto a ella.

El día del pic-nic, Lila tenía todo listo y se escondió detrás de un árbol esperando que su mamá llegara. Cuando su mamá apareció, Lila gritó:

"¡Sorpresa!"

Su madre, aún con cara de sorpresa, le preguntó:

"¿Qué hiciste, mi amor?"

"Hice un pic-nic solo para vos, con todo lo que preparaste ayer juntos. ¡Te quiero mucho, mamá!"

Los ojos de su madre se iluminaron, y lo que parecía ser un día de sustos se transformó en un día lleno de sonrisas y amor.

"Esto es el mejor regalo que me podrías hacer. Estoy tan orgullosa de vos", dijo su mamá mientras abrazaba a Lila.

Lila aprendió que hay muchas formas de asustar y sorprender, pero que la verdadera alegría viene de los momentos compartidos y del amor que uno puede dar. Desde entonces, siempre se esforzaba por hacer sonreír a su mamá, pero también sabía que una divertida broma de vez en cuando nunca estaba de más. Y así, en el pueblito de Colores, cada día era una mezcla de risas y sorpresas, donde el amor siempre ganaba.

FIN.

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