Feo y los cisnes valientes



Había una vez en un hermoso lago de la Patagonia, un patito llamado Feo. Todos los demás patitos se burlaban de él por ser diferente.

Su plumaje era de un color grisáceo y no brillaba como el de los demás. A pesar de las burlas, Feo siempre mantenía una sonrisa en su pico y trataba de ser amable con todos.

Un día, mientras nadaba en el lago, Feo vio a lo lejos a una familia de cisnes blancos elegantemente nadando juntos. Se sintió aún más triste al ver lo diferentes que eran ellos comparados con él. "¡Hola! ¿Puedo unirme a ustedes?" - les preguntó tímidamente.

Los cisnes miraron a Feo con sorpresa, pero luego la madre cisne se acercó y dijo: "Por supuesto que sí, aquí todos somos bienvenidos". Los cisnes aceptaron a Feo y juntos comenzaron a explorar el lago. Con el tiempo, Feo aprendió mucho de sus nuevos amigos.

Aprendió a nadar elegante como ellos, a cazar peces hábilmente y sobre todo, aprendió a aceptarse tal como era.

Los cisnes le enseñaron que la verdadera belleza estaba en su interior y que cada uno tiene algo especial que ofrecer al mundo. Un día, mientras volaban juntos por encima del lago, vieron a un grupo de patitos siendo atacados por un zorro hambriento.

Sin dudarlo, Feo se lanzó en picada hacia el zorro para distraerlo y darles tiempo a los otros patitos para escapar. Los cisnes admiraban la valentía de Feo y se unieron rápidamente para ayudarlo. Después del incidente, los demás patitos vieron la valentía y nobleza de Feo.

Dejaron de burlarse de él y empezaron a respetarlo por ser tan valiente. Desde ese día, Feo ya no se sintió feo ni diferente; se sentía orgulloso de ser quien era. Los días pasaron y el invierno llegó al lago.

Los cisnes blancos emprendieron su viaje migratorio hacia climas más cálidos y con tristeza se despidieron de su amigo Feo. "Te extrañaremos mucho", dijeron los cisnes antes de partir.

Feo entendió que debían seguir su camino migratorio sin él e incluso aunque sintiera nostalgia por ellos sabía que algún día volverían al lago Patagonia junto con él.

Mientras tanto, en el lago helado durante el invierno más crudo jamás visto en años apareció una bandada gigante compuesta por decenas si no es que cientos o miles (no podía contarlos) grandes aves majestuosas volando alto llenando todo espacio visible del cielo copado nublándolo casi pareciera oscurecerlo creando sombras sobresalientes formadas unas tras otras produciendo una serie increíblemente bella e imponente vista desde arriba: ¡Eran los amigos del amigo! La felicidad inundaba nuevamente al corazón del solitario patito cuando recordó aquellas palabras "aquí todos somos bienvenidos".

Desde aquel momento siempre mantuvo presente aquella frase esculpida en oro dentro del cofre dorado ubicado justo entre sus alas protegido celosamente bajo siete llaves hechas también ellas mismas con amorosos cuidados especiales ejerciendo así protección constante ante cualquier eventualidad adversa.

Y así fue cómo nuestro querido amigo PATITO FEO vivió feliz para siempre rodeado siempre por amor incondicional junto sus fieles compañeros quienes nunca jamás lo dejaron solo ni olvidado. Fin

FIN.

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