Fermín y las matemáticas



Había una vez un pequeño caracol llamado Fermín que vivía en el jardín de la casa de una familia muy especial. Esta familia estaba formada por los hermanos Martina y Tomás, dos niños curiosos y aventureros.

Un día, mientras jugaban en el jardín, Martina encontró a Fermín arrastrándose lentamente por el suelo. Ella se agachó y lo miró con ternura. "¡Hola, Fermín! ¿Qué haces aquí tan solito?"- preguntó Martina.

Fermín levantó su cabeza despacio y respondió: "Hola, Martina. Estoy buscando algo emocionante para hacer". Martina sonrió y le dijo: "Tengo una idea genial para ti.

¿Te gustaría aprender sobre matemáticas?"Fermín se sorprendió y preguntó: "¿Matemáticas? ¿Qué es eso?"Martina explicó entusiasmada: "Las matemáticas son una forma de entender cómo funcionan las cosas a través de números y fórmulas. Te prometo que será divertido". Fermín dudaba un poco, pero decidió darle una oportunidad a las matemáticas.

Juntos fueron al cuarto de estudio donde Tomás tenía todos sus libros escolares. Tomás les dio la bienvenida y les mostró un libro grande lleno de números extraños y símbolos complicados. "Este es mi libro de cálculo diferencial", dijo Tomás emocionado.

"Aquí podemos aprender sobre la continuidad". Martina señaló un dibujo en el libro que mostraba una línea ondulada que subía y bajaba. "Esa línea representa una función. Si es continua, significa que no tiene saltos ni interrupciones", explicó Martina.

Fermín miraba el dibujo con atención y preguntó: "¿Cómo puedo saber si una función es continua o no?"Tomás respondió: "Para saberlo, debemos analizar los límites de la función.

Si los valores se acercan cada vez más a un número sin llegar a tocarlo, entonces la función es continua". Fermín asintió con curiosidad y decidió poner en práctica lo que había aprendido. Juntos buscaron diferentes objetos en el jardín para crear sus propias funciones.

Primero intentaron una línea recta trazada con piedras, pero Fermín notó que tenía un salto en medio. "Esta función no es continua", dijo Fermín decepcionado. Luego probaron con una serie de hojas colocadas en forma ascendente, pero nuevamente notaron interrupciones entre las hojas.

"Tampoco esta función es continua", comentó Tomás. Finalmente, Fermín tuvo una idea brillante. Recogieron flores de diferentes colores y las colocaron en orden creciente según su tamaño. "¡Miren!", exclamó emocionado Fermín. "Esta función sí es continua".

Martina y Tomás sonrieron orgullosos de su amigo caracol mientras aplaudían su descubrimiento matemático. Desde ese día, Fermín se convirtió en el experto del jardín sobre continuidad y ayudaba a todos los demás animales a entender conceptos matemáticos básicos.

Gracias al amor por las matemáticas, Fermín encontró algo emocionante para hacer cada día y compartió su conocimiento con todos los que lo rodeaban. Y así, Fermín el caracol demostró que aprender sobre matemáticas puede ser divertido y útil para resolver problemas en la vida cotidiana.

FIN.

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