Fernando y el Desorden en el Aula
Era una mañana soleada en el aula de 5to grado. Todos los chicos estaban listos para comenzar la clase de matemáticas, pero había un pequeño problema: Fernando. Con su cabello desordenado y una sonrisa traviesa, él era el niño más juguetón de la clase.
"¡Mirá cómo puedo hacer esto con mi regla!" - exclamó Fernando mientras la movía de un lado a otro, haciendo que su compañero Lucas se riera.
"¡Fernando, por favor!" - dijo la maestra, la señorita Clara. "Vamos a concentrarnos. Hoy tenemos una actividad muy importante".
Fernando no pudo evitarlo. Su atención era como una mariposa que iba de flor en flor. Cada vez que la maestra comenzaba a explicar algo, él se distraía mirando por la ventana o inventando juegos con su lapicera.
"¿Por qué no te sientas un rato callado?" - le dijo Sofía, una de sus compañeras, mientras intentaba concentrarse en su trabajo.
Pero un día, algo inesperado pasó. Durante un receso, Fernando, sin querer, derribó una de las estanterías llenas de libros. Los libros se esparcieron por todo el piso y la profesora Clara, al ver el caos, exclamó:
"¡Fernando! Esto es demasiado. Necesitamos que todos sean responsables de sus cosas."
Fernando, con la cabeza gacha, se sintió mal. Nunca había querido causar problemas, solo quería divertirse. "Lo siento, señorita. No fue mi intención."
"Sé que a veces es difícil mantenerse en línea, pero también es importante cuidar el espacio de todos" - le respondió la seño, con voz comprensiva.
Los días pasaron y Fernando decidió que podía hacer algo al respecto. Se le ocurrió una idea que no solo lo ayudaría a él, sino también a sus compañeros. Un día, se levantó con energía y les dijo a todos:
"¡Chicos! ¿Y si hacemos un juego en el que cada uno de nosotros tenga una responsabilidad en el aula? Así no habrá tanto desorden y se nos hará más divertido aprender."
Sus compañeros miraron a Fernando, algo sorprendidos.
"¿Cómo sería?" - preguntó maestra Sofía.
"Podríamos rotar tareas cada semana. Por ejemplo, uno se encarga de la limpieza, otro de colocar los libros, y así. Cada uno podría hacer algo diferente, pero organizado" - explicó Fernando entusiasmado.
Los niños se emocionaron con la idea y la señorita Clara, aunque cautelosa, decidió darle una oportunidad.
"Está bien, Fernando. Vamos a intentarlo. Pero, tú deberás mostrar el buen ejemplo" - dijo la maestra, sonriendo. Así comenzaron el nuevo juego en el aula.
Con el tiempo, el aula se volvió un lugar más ordenado y cada chico disfrutaba de sus responsabilidades. Fernando, con su personalidad juguetona, encontró maneras de hacer que las tareas fueran divertidas.
"¡Ahora sabemos que cuidar el aula también puede ser genial!" - dijo Lucas, mientras organizaban los libros en un divertido concurso de velocidad.
Y así, entre risas y juegos, Fernando aprendió que la diversión y la responsabilidad podían ir de la mano. No solo se convirtió en un buen compañero, sino también en un líder para sus amigos. Cada semana, el aula se llenaba de alegría y orden, gracias a una idea creativa que nació de un niño juguetón.
Al final del año escolar, la señorita Clara se sintió orgullosa de su clase. "Gracias, Fernando. Has sido un gran ejemplo para todos nosotros."
Fernando sonrió, sintiéndose feliz por haber aprendido a encontrar el equilibrio entre jugar y ser responsable. Y así, el aula de 5to grado se convirtió en un lugar donde cada niño brillaba, respetando el espacio de los demás y disfrutando del aprendizaje juntos.
FIN.