Fernando y las máquinas mágicas
Fernando era un operario de máquinas en el sector textil. Llevaba más de 20 años trabajando en la empresa y todas las noches les contaba a sus nietos historias emocionantes sobre su trabajo. Les hablaba de las grandes y ruidosas máquinas, de los colores brillantes de las telas y, sobre todo, de la importancia de la seguridad en el trabajo.
- Abuelo, ¿es peligroso tu trabajo? - preguntó Lucas, su nieto menor.
- Sí, Lucas. Trabajar con las máquinas puede ser peligroso si no tenemos cuidado. Pero gracias a las medidas de seguridad y al área de SST (Seguridad y Salud en el Trabajo), podemos prevenir los accidentes y trabajar de forma segura -respondió Fernando.
Los ojos de los niños se abrieron como platos mientras escuchaban fascinados las historias de su abuelo sobre las precauciones que debían tomar al estar cerca de las máquinas. Pero una noche, Fernando les contó una historia diferente.
- Hoy les voy a contar la historia de las máquinas mágicas -anunció Fernando con una sonrisa.
Los niños se acomodaron ansiosos, listos para escuchar.
- Cuentan que hace mucho tiempo, en la fábrica de telas, las máquinas eran seres mágicos que tenían el poder de crear hermosos tejidos, pero también tenían un gran secreto. Podían hablar con los operarios y advertirles sobre los peligros si estaban atentos a sus señales. Un día, un joven operario llamado Tomás ignoró las advertencias de una de las máquinas y sufrió un pequeño accidente. Desde ese día, aprendió a escuchar y a respetar las indicaciones de las máquinas mágicas, evitando así futuros riesgos.
- ¿Existen realmente máquinas mágicas, abuelo? -preguntó incredula Sofía.
- Bueno, en cierto modo sí. Las máquinas modernas están equipadas con sistemas de seguridad que emiten señales y alertas para prevenir accidentes. Si aprendemos a escucharlas y a seguir las normas de seguridad, podemos evitar muchos peligros -explicó Fernando.
Los niños asintieron emocionados con la historia. A partir de ese día, siempre recordaron las historias de las máquinas mágicas de su abuelo al visitar la fábrica. Aprendieron a respetar las señales de seguridad y a valorar el trabajo de su abuelo y de todos los operarios que, como él, se esforzaban por trabajar de manera segura. Y Fernando, orgulloso de sus nietos, siguió contándoles historias que los inspiraban a ser responsables y cuidadosos en todo lo que hacían.
FIN.