Fidelina y el ogro gruñón



En un pequeño pueblo vivía Fidelina, una joven llena de alegría y bondad. Siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás y a repartir sonrisas por donde iba. Sin embargo, en las afueras del pueblo, habitaba un ogro gruñón llamado Rufus. Este ogro no conocía la amabilidad ni la alegría, y en su corazón solo había lugar para el mal humor y la tristeza. En cuanto Fidelina se enteró de la existencia del ogro, decidió que haría todo lo posible por hacerlo sonreír.

Cada día, Fidelina se acercaba al terreno del ogro con regalos en sus manos y una sonrisa en el rostro. Pero Rufus, al verla, gruñía y la mandaba lejos. Sin embargo, Fidelina no se rendía, y día tras día continuaba con su misión de traer alegría al corazón del ogro.

Un día, mientras Fidelina llevaba un ramo de flores al ogro, tropezó con una raíz y cayó al suelo. Al ver esto, Rufus dejó de gruñir y se acercó para ayudarla a levantarse. Fidelina, sorprendida, le agradeció con una amplia sonrisa. A partir de ese día, Rufus comenzó a cambiar su actitud. La amabilidad y alegría de Fidelina le estaban llegando al corazón.

Poco a poco, Rufus empezó a mostrar su lado amable y alegre. Se unió a Fidelina en sus acciones para ayudar a los demás, y juntos embellecieron el terreno del ogro con jardines y colores. El pueblo, asombrado por el cambio de Rufus, comenzó a acercarse a él con amabilidad y sonrisas.

Finalmente, el ogro gruñón se convirtió en un símbolo de bondad y alegría en el pueblo, todo gracias a la perseverancia y bondad de Fidelina.

Desde entonces, Fidelina y Rufus trabajaron juntos para recordarle al mundo que, con amor y bondad, cualquier corazón puede transformarse para siempre.

FIN.

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