Fiesta en la Nevera



Había una vez en la cocina de la abuela, un grupo de amigos muy curiosos y aventureros. Flancito era el más dulce y suave de todos, siempre estaba dispuesto a ayudar a sus amigos cuando lo necesitaban.

Yogur era el más saludable y fuerte, siempre se aseguraba de que sus amigos comieran bien para estar sanos y felices.

Torta de coco era muy sabrosa y exótica, siempre tenía historias interesantes que contar sobre sus viajes por el mundo. Queso rallado era el más divertido, siempre hacía reír a los demás con sus ocurrencias. Y Yogur (sí, había dos yogures en este grupo) era el más pequeño pero valiente, nunca tenía miedo de probar cosas nuevas.

Un día, estaban todos juntos en la nevera cuando oyeron un ruido extraño proveniente del otro lado. "¿Qué será eso?" preguntó Flancito preocupado. "¡No lo sé! Pero no me gusta nada ese sonido", dijo Yogur temblando.

Torta de coco decidió investigar y se aventuró fuera de la nevera para ver qué pasaba.

Al poco tiempo volvió corriendo hacia ellos gritando: "¡Chicos! ¡Hay una fiesta sorpresa en la cocina!"Los cinco amigos se emocionaron muchísimo al escuchar esto y salieron corriendo hacia la cocina para averiguar quién había organizado esta fiesta tan especial.

Cuando llegaron allí encontraron una mesa llena de comida deliciosa: empanadas recién horneadas, ensalada fresca con verduras crocantes e incluso algunas galletas caseras hechas por la abuela. Pero lo que más llamó su atención fue un gran plato lleno de frutas frescas y yogur. "¡Miren, hay otro yogur aquí!" dijo Yogur sorprendido. "Parece que tenemos competencia", bromeó Queso rallado mientras se reía.

Pero entonces algo extraño comenzó a suceder. El yogurt recién llegado empezó a comportarse de manera extraña, empujando a los demás alimentos para quedarse con todo el espacio en la mesa.

"¡Esto es mío! ¡No quiero compartirlo con nadie!" gritaba cada vez más alto. Los amigos se miraron entre sí preocupados, no sabían cómo lidiar con este nuevo invitado tan egoísta y desagradable.

Pero entonces Flancito tuvo una idea brillante: "¿Por qué no le ofrecemos un poco de nuestra comida? Tal vez eso lo haga sentir mejor".

Y así fue como los cinco amigos decidieron compartir sus alimentos con el nuevo yogurt, demostrándole que juntos podían disfrutar mucho más de la fiesta que si cada uno comiera por separado. Al final del día, el yogurt comprendió que era mucho mejor ser amable y generoso con los demás, en lugar de tratar de tener todo para sí mismo.

Desde ese día en adelante, todos los alimentos en la nevera aprendieron una valiosa lección sobre la importancia del trabajo en equipo y la amistad verdadera.

Y aunque todavía tenían algunas discusiones ocasionales sobre quién tenía derecho al último pedazo de queso rallado o al último trozo de torta de coco, siempre recordaban lo importante que era compartir y ayudar a los demás cuando lo necesitaban.

FIN.

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