Flor, la perrita pug y el Día de las Mascotas


Había una vez, en un pequeño pueblo llamado La Serena, una perrita llamada Flor. Flor era un hermoso pug de 5 meses de edad con ojos grandes y brillantes.

Vivía felizmente junto a su dueña Renata, una niña de 6 años con pelo negro y ojos saltones. Cada mañana, Renato y su hermano se levantaban temprano para ir al colegio.

Su mamá los llevaba en el auto y Flor siempre estaba emocionada por acompañarlos en esta aventura diaria. Juntos emprendían el camino hacia la escuela, que estaba ubicada en medio del pueblo. La escuela de Renato era un lugar maravilloso. Era muy colorida y llena de vida.

Las paredes estaban decoradas con dibujos hechos por los niños, había jardines llenos de flores y árboles frondosos que ofrecían sombra en los días calurosos.

Un día, mientras jugaba en el patio durante el recreo, Renato notó a Flor sentada bajo un árbol mirando tristemente a los otros niños jugar. Se acercó a ella y le preguntó:- ¿Qué te pasa, amiga? Pareces triste. Flor movió la cola lentamente y respondió:- Es que me gustaría jugar como ustedes, pero no puedo entrar al colegio.

Renato pensó por un momento y luego tuvo una idea brillante:- ¡Ya sé! Voy a hablar con la directora para ver si podemos hacer algo al respecto. Lleno de entusiasmo, Renato corrió hacia la oficina de la directora.

Explicó cómo se sentía Flor al no poder ingresar al colegio y sugirió la idea de que los niños pudieran llevar a sus mascotas una vez al mes para compartir con ellos.

La directora quedó encantada con la propuesta de Renato y decidió ponerla en práctica. A partir de ese día, se estableció un "Día de las Mascotas" en el colegio. Una vez al mes, los niños podían llevar a sus mascotas para que todos pudieran disfrutar juntos.

Flor estaba emocionada cuando llegó el primer "Día de las Mascotas". Fue llevada al colegio por Renato y su mamá. Al llegar, Flor fue recibida cálidamente por todos los niños. Jugaron, corrieron y se divirtieron mucho.

A medida que pasaban los meses, Flor se convirtió en la mascota más querida del colegio. Todos los niños esperaban ansiosos su visita mensual y ella siempre les alegraba el día con su energía positiva y cariño incondicional.

Renato aprendió algo muy valioso gracias a esta experiencia: no importa quién seas o qué apariencia tengas, siempre puedes encontrar una manera de hacer feliz a alguien más.

Y así fue como Renato descubrió que él también tenía un don especial para traer alegría a través de su amor hacia los animales. Desde aquel día, Renato continuó llevando a Flor al colegio cada mes, compartiendo juntos momentos maravillosos junto a sus amigos humanos.

Y así, Flor enseñó a todos en el colegio la importancia del amor animal y cómo nuestras diferencias pueden ser motivo de felicidad y amistad verdadera. Fin

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