Flor y la escuela eco-amigable



Érase una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, vivía una adorable perrita llamada Flor.

Flor era un pug de tan solo 5 meses de edad, con un pelaje suave y color cervato que hacía resaltar sus ojos grandes y expresivos. Flor era la compañera fiel de una niña llamada Sofía. Todas las mañanas, cuando el sol comenzaba a iluminar el cielo, Flor se despertaba emocionada porque sabía que era hora de acompañar a Sofía a la escuela.

La mamá de Sofía también tenía un tamaño pequeño, pelo negro y ojos saltones como los de Flor. Juntas formaban un trío inseparable.

Un día soleado, mientras caminaban hacia la escuela, Sofía le habló a Flor sobre lo importante que es aprender cosas nuevas cada día. —"Flor" , dijo Sofía con entusiasmo, "en la escuela hay muchas cosas interesantes por descubrir. Aprendemos matemáticas, ciencias y también compartimos momentos felices con nuestros amigos".

Al llegar a la escuela, ambos quedaron maravillados por todo el colorido que había alrededor. Los murales llenos de dibujos brillantes adornaban las paredes del colegio y hacían vibrar los corazones de todos los niños.

Sofía se sentó en su pupitre mientras Flor exploraba el patio junto a otros perros del vecindario que también iban a visitarlos durante el recreo. Hablaban entre ellos utilizando ladridos amigables y movimientos divertidos. En ese momento apareció Lucas, uno de los mejores amigos de Sofía.

Lucas tenía una sonrisa radiante y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás. "¡Hola Sofía! ¡Hola Flor!", exclamó Lucas emocionado. "Hoy en clase aprenderemos sobre la importancia de cuidar nuestro planeta y cómo podemos ayudar a conservarlo".

Sofía y Flor prestaron mucha atención durante la clase. Aprendieron sobre reciclar, ahorrar energía y cuidar de los animales y plantas que nos rodean.

Al finalizar la lección, Sofía sintió una gran alegría al saber que ella también podía hacer algo para proteger el mundo. Después del recreo, todos los niños se reunieron en el patio para jugar juntos.

Sofía decidió enseñarles a sus amigos un juego nuevo que había aprendido con su mamá llamado "La ronda del abrazo". Todos formaron un círculo y se dieron las manos mientras cantaban:"La ronda del abrazo, nos une con amor, cuidamos la naturaleza, como un tesoro. Reciclamos cada día, para conservar, nuestro planeta hermoso, sin contaminar.

"Flor estaba feliz viendo cómo todos se divertían y aprendían juntos. Los perros también participaron moviendo sus colitas al ritmo de la canción. Al terminar el día escolar, Sofía se despidió de sus amigos con una sonrisa en el rostro.

Sabía que había aprendido muchas cosas importantes gracias a su maestra y a Flor, su fiel compañera. Mientras caminaban de regreso a casa junto a su mamá, Sofía le dijo a Flor: "Gracias por acompañarme siempre, Florcita querida.

Hoy aprendimos mucho sobre cómo cuidar nuestro planeta y eso es muy importante. Me siento feliz de poder hacer mi parte".

Flor movió su cola con alegría, dejando en claro que también estaba feliz de haber sido parte de ese día lleno de aprendizaje y diversión. Juntas, Sofía y Flor sabían que cada día era una oportunidad para descubrir cosas nuevas y ayudar a hacer del mundo un lugar mejor.

Y así, mientras el sol se ocultaba en el horizonte, Sofía y Flor regresaron a casa con la satisfacción de haber vivido un día especial en la escuela, donde el conocimiento y la amistad se entrelazaban para crear momentos inolvidables.

FIN.

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