Flores de Amistad



Había una vez un pequeño conejito llamado Benito, que vivía en un hermoso bosque rodeado de árboles altos y flores coloridas. Benito era muy curioso y siempre estaba explorando cada rincón del bosque.

Un día, mientras jugaba cerca de un arroyo, escuchó unos gritos provenientes del otro lado del bosque. Preocupado, decidió seguir el sonido y ver qué estaba sucediendo. Al llegar, se encontró con su amiga Mariquita llorando desconsoladamente.

"¡Mariquita! ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás llorando?"- preguntó Benito preocupado. Entre sollozos, Mariquita le explicó que había tropezado con una cuchilla afilada y se había lastimado una pata. La sangre comenzaba a manar y ella no sabía qué hacer ni cómo parar la hemorragia.

Benito recordó lo que había aprendido en la escuela de animales sobre primeros auxilios y dijo: "Tranquila Mariquita, sé cómo ayudarte. Primero debemos detener la sangre para evitar que siga saliendo".

Sin perder tiempo, Benito buscó unas hojas grandes para hacer un vendaje improvisado alrededor de la pata lastimada de Mariquita. Mientras tanto, Mariquita respiraba profundo intentando calmarse. "Ahora necesitamos encontrar ayuda más especializada", dijo Benito pensativo.

"Recuerdo haber visto a Don Búho vivir en un gran roble cerca del lago. Él seguramente sabe qué hacer". Los dos amigos hicieron todo lo posible para llegar hasta el roble donde vivía Don Búho. Al llegar, encontraron al sabio búho leyendo un libro.

"Don Búho, por favor ayúdenos. Mariquita se lastimó y no sabemos cómo curarla", dijo Benito con urgencia. El búho cerró su libro y examinó la pata de Mariquita cuidadosamente.

Luego, explicó: "Lo primero que debemos hacer es limpiar la herida para evitar infecciones". Con mucho cuidado, Don Búho lavó la pata de Mariquita con agua limpia del lago y aplicó una pomada especial para ayudar a sanar la herida más rápidamente.

"Ahora necesitarás descanso y paciencia, querida Mariquita", dijo el búho mientras le daba unas hojas frescas para que las mordiera si sentía dolor. "Y lo más importante, siempre ten cuidado al caminar por el bosque". Mariquita asintió agradecida mientras Benito le sonreía con ternura.

Juntos aprendieron sobre la importancia de ser cautelosos en el bosque y cómo ayudarse mutuamente cuando alguien está en peligro. Los días pasaron y poco a poco, gracias a los cuidados de sus amigos conejito y búho, Mariquita se recuperaba totalmente.

En honor a su valentía durante aquel incidente, decidieron plantar flores coloridas cerca del arroyo como símbolo de amistad duradera.

Desde entonces, Benito seguía siendo tan curioso como siempre pero ahora también era más consciente de los peligros que podían acechar en el bosque. Y así fue como este pequeño conejito y sus amigos aprendieron valiosas lecciones sobre la importancia de la amistad, el cuidado y la seguridad en su querido bosque.

Y así, entre risas y aventuras, siguieron viviendo felices en aquel hermoso bosque.

FIN.

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