Flores de colores


Había una vez un niño llamado Sam, que era muy tranquilo y callado. Le encantaba pasar su tiempo en el jardín de lirios que tenía al frente de su casa.

Allí, entre las hermosas flores de colores brillantes, Sam encontraba paz y tranquilidad. Un día, mientras Sam regaba sus lirios con mucho amor y cuidado, notó algo extraño en uno de ellos.

Había un pequeño brote que comenzaba a crecer en una dirección diferente a las demás flores. Sam se acercó para examinarlo con curiosidad. -¡Vaya! ¡Qué sorpresa! -exclamó Sam-. Parece que este lirio quiere ser diferente. El brote continuó creciendo cada vez más alto y pronto se convirtió en una flor única y especial.

Era un lirio multicolor, con pétalos de distintos tonos rosados y amarillos. Sam decidió llamarla —"Florita"  y la cuidó con aún más cariño que a las otras flores del jardín.

Juntos pasaban horas observando cómo los demás niños jugaban en la calle, pero ellos preferían disfrutar del silencio del jardín. Un día, mientras Florita estaba desplegando todos sus colores bajo el sol radiante, llegaron unos niños nuevos al vecindario.

Eran muy ruidosos y siempre estaban buscando aventuras emocionantes. -¡Hey! ¿Por qué no vienes a jugar con nosotros? -le preguntaron los niños a Sam. Sam miró tímidamente hacia abajo sin decir nada. -No creo que quiera jugar -dijo uno de los niños nuevos con burla-.

Es demasiado aburrido. Florita, que había estado observando todo desde su lugar en el jardín, no pudo quedarse callada.

Extendió sus pétalos hacia arriba y habló con una voz suave pero firme:-¡Es cierto que Sam disfruta de la tranquilidad del jardín, pero eso no lo hace aburrido! Cada uno tiene sus propias formas de divertirse y ser feliz. Los niños nuevos se quedaron sorprendidos al escuchar a Florita hablar. Nunca habían conocido una flor tan especial como ella.

Sam levantó la cabeza y miró a Florita con gratitud. Comenzó a darse cuenta de que no estaba solo en su amor por la paz y la tranquilidad. Aunque era un niño callado, tenía una amiga muy especial en Florita.

Poco a poco, los niños nuevos comenzaron a entender las palabras sabias de Florita. Se dieron cuenta de que cada persona es única y tiene diferentes gustos e intereses.

Decidieron darle una oportunidad a Sam y pronto descubrieron que también podían disfrutar del silencio del jardín mientras jugaban juegos tranquilos como buscar insectos o leer libros bajo los árboles.

A medida que pasaba el tiempo, Sam se volvió más confiado gracias al apoyo de Florita y sus nuevos amigos. Aprendió que ser diferente no era algo malo, sino algo hermoso y valioso. Y así, Sam continuó cuidando su jardín de lirios junto a su inseparable amiga Florita.

Siempre recordaría esa lección importante: nunca debemos juzgar a alguien por su silencio o por ser diferente, porque dentro de cada uno de nosotros hay un mundo lleno de belleza y sabiduría esperando ser descubierto.

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