Flores del corazón puro

Había una vez una pequeña niña llamada Ana que vivía en un pueblo rodeado de un hermoso bosque.

A Ana le encantaba explorar el bosque y descubrir nuevos lugares, pero siempre se aseguraba de seguir las reglas de sus padres para mantenerse a salvo. Un día, mientras caminaba por el bosque, Ana encontró unas flores muy extrañas. Eran grandes y coloridas, con pétalos brillantes y centros luminosos.

Pero lo más sorprendente era que cuando Ana tocó las flores con sus dedos, ¡comenzaron a brillar aún más! Ana estaba asombrada por la belleza de las flores mágicas y decidió llevar algunas a su casa para mostrarles a sus padres.

Pero cuando llegó a casa, notó algo extraño: todas las plantas del jardín estaban marchitas y sin vida. Preocupada por lo que había sucedido, Ana fue al bosque para buscar respuestas. Allí se encontró con una anciana sabia que vivía en una pequeña cabaña cerca del río.

—"Hola" , saludó Ana tímidamente. "¡Oh! ¡Hola mi querida niña! ¿Cómo has estado?"-respondió la anciana amablemente. "Estoy bien gracias", dijo Ana.

"Pero tengo un problema: encontré estas flores mágicas en el bosque y ahora todas las plantas de mi jardín están muertas". "Ah... veamos esas flores", dijo la anciana mientras tomaba las flores mágicas de manos de Ana.

La anciana examinó cuidadosamente cada flor antes de explicarle a Ana lo que había sucedido:"Estas flores son muy especiales, pero también son muy poderosas. Solo pueden ser tocadas por aquellos que tienen un corazón puro y noble. Cuando las tocas con tus manos, absorben toda tu energía positiva y la usan para iluminar el mundo a su alrededor.

Pero si alguien malvado o egoísta las toca, las flores absorben toda su negatividad y la propagan por donde quiera que vayan".

Ana entendió lo que había pasado: ella había tocado las flores mágicas con un corazón lleno de amor y bondad, pero alguien más en el pueblo había tocado esas mismas flores con intenciones malvadas. "¿Qué puedo hacer para salvar mi jardín?" preguntó Ana preocupada.

"Debes encontrar a la persona que tocó esas flores con intenciones malvadas y ayudarla a cambiar sus formas. Solo entonces podrás devolverle la vida a tu jardín", respondió sabiamente la anciana. Ana decidió buscar al responsable de marchitar su jardín y ayudarlo a encontrar el camino correcto.

Después de varias semanas de búsqueda, finalmente encontró al hombre culpable: era un vecino del pueblo que siempre se comportaba de manera egoísta e insensible hacia los demás.

Con paciencia y determinación, Ana habló con este hombre sobre cómo sus acciones estaban lastimando a otros en el pueblo. Poco a poco, él comenzó a ver el error de sus caminos y decidió cambiar su forma de ser.

A medida que se acercaba al cambio, Ana notó algo asombroso: ¡las plantas en su jardín comenzaron a revivir! Las flores mágicas habían absorbido la energía positiva de la nueva actitud del hombre y estaban regenerando el jardín. Ana se sintió muy feliz al ver que su jardín volvía a ser hermoso y lleno de vida.

Pero más importante aún, había aprendido una lección valiosa: incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una oportunidad para el cambio y la redención si tienes un corazón puro y noble.