Flores en Arcoíris



Había una vez en un hermoso jardín, una abeja llamada Mielita y una mariposa llamada Colorete. A pesar de ser muy diferentes, Mielita y Colorete eran las mejores amigas.

Un día soleado, mientras volaban de flor en flor recolectando néctar, se dieron cuenta de que algo extraño estaba sucediendo en el jardín. Las flores estaban tristes y descoloridas.

Mielita se acercó a una margarita y le preguntó: "¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan triste?"La margarita respondió con voz apagada: "No tengo suficiente sol para crecer fuerte y bonita". Colorete voló hacia un lirio cercano y preguntó lo mismo. El lirio contestó: "Me falta agua para hidratarme adecuadamente". Las dos amigas se miraron preocupadas.

Sabían que tenían que hacer algo para ayudar a las flores del jardín. Decidieron ir a buscar al sabio viejo árbol del jardín para pedirle consejo.

El viejo árbol les dijo que necesitaban encontrar la fuente de agua más cercana y llevarla hasta las flores sedientas. Mielita tenía experiencia en encontrar fuentes de agua dulce, así que decidió liderar la búsqueda junto con Colorete. Volando sobre los campos verdes, llegaron a un pequeño arroyo cristalino.

Rápidamente llenaron sus pequeñas patitas con agua fresca y regresaron al jardín. Una por una, Mielita echaron gotitas de agua sobre cada flor, mientras Colorete revoloteaba a su alrededor esparciendo polen para que las flores pudieran crecer y reproducirse.

Poco a poco, el jardín comenzó a llenarse de colores vibrantes y fragancias dulces. Las flores se volvieron más fuertes y saludables gracias al amor y cuidado de Mielita y Colorete.

Las abejas del panal vecino se dieron cuenta del cambio en el jardín y decidieron unirse a Mielita en su misión. Juntas, trabajaron arduamente para asegurarse de que todas las flores recibieran agua suficiente cada día.

Los pájaros cantaban felices mientras veían cómo el jardín volvía a la vida gracias al esfuerzo conjunto de todos los insectos. Mielita y Colorete se sentían muy orgullosas de lo que habían logrado. Aprendieron que cuando trabajan juntas, incluso las tareas más difíciles pueden ser superadas.

Desde aquel día, Mielita y Colorete siguieron siendo amigas inseparables. Cada primavera regresaban al jardín para ayudar a las flores a crecer hermosas y saludables una vez más.

Y así, con su amistad inquebrantable y su espíritu colaborativo, Mielita la abeja y Colorete la mariposa hicieron del mundo un lugar más colorido y feliz para todos.

FIN.

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