Flores en armonía
En un hermoso jardín, lleno de flores de todos los colores, vivían muchas hormigas trabajadoras. Siempre estaban ocupadas llevando comida y construyendo su pequeño hogar bajo tierra.
Un día, una de las hormigas llamada Anita decidió explorar más allá del jardín. Caminó y caminó hasta que llegó a un prado lleno de flores aún más hermosas que las del jardín. Quedó maravillada con tanta belleza y colorido. Anita regresó al jardín emocionada por lo que había descubierto.
Corrió hacia sus amigas hormigas para contarles la noticia:-¡Chicas! ¡Deben ver lo que hay más allá del jardín! Hay flores increíbles en un prado cercano -exclamó Anita emocionada. Las demás hormigas se miraron entre sí, algo preocupadas.
Sabían que el trabajo en el jardín era importante y no podían dejarlo abandonado. -Pero Anita, nuestro deber es cuidar el jardín y trabajar duro -dijo Valentina, la líder de las hormigas-.
No podemos irnos a otro lugar solo por unas flores bonitas. Anita se sintió triste al escuchar esto, pero no pudo evitar sentir curiosidad por ese prado lleno de flores. Decidió seguir visitándolo en secreto cuando nadie la veía.
Día tras día, Anita iba al prado a disfrutar de las maravillosas flores mientras sus amigas trabajaban sin descanso en el jardín. Pero pronto comenzaron a surgir problemas: algunas plantas del jardín empezaron a marchitarse y no había suficiente comida para todas.
Las hormigas estaban preocupadas y se reunieron para buscar una solución. Fue entonces cuando Anita, sintiendo culpa por su comportamiento egoísta, decidió contarles sobre el prado secreto. -¡Chicas, tengo una idea! -exclamó Anita-.
Encontré un prado lleno de flores hermosas, pero puedo llevar algunas semillas aquí para que podamos tenerlas en nuestro jardín. Las demás hormigas la miraron sorprendidas, pero emocionadas con la idea. Juntas, comenzaron a trabajar arduamente plantando las semillas traídas por Anita.
Cuidaron de ellas con mucho amor y paciencia. Poco a poco, el jardín volvió a llenarse de vida y color. Las flores nuevas crecieron junto a las antiguas, formando un paisaje aún más espectacular que antes.
Las hormigas aprendieron que no debían abandonar su hogar por algo más bonito; en cambio, podían trabajar juntas para hacerlo aún mejor. Desde ese día, las hormigas valoraron su trabajo en el jardín y nunca dejaron de cuidarlo.
Además, compartieron sus conocimientos sobre cómo cultivar flores con otras criaturas del bosque que también querían embellecer sus hogares.
Y así fue como el jardín se convirtió en un lugar mágico donde las flores crecían gracias al esfuerzo conjunto de las hormigas y la admiración de todos los seres que lo visitaban.
FIN.