Flores Unidos


Había una vez un hermoso jardín lleno de flores de todos los colores. Las flores eran amigas inseparables y pasaban sus días conversando y compartiendo secretos.

Un día, una abeja llamada Susana llegó al jardín en busca de néctar para su colmena. Al ver a las flores tan bonitas, decidió acercarse y preguntarles si podían ayudarla. - ¡Hola! Soy Susana, una abeja muy trabajadora.

¿Podrían darme un poco de néctar para llevar a mi colmena? - dijo Susana con entusiasmo. Las flores se miraron entre ellas y sonrieron. Sabían que el trabajo de las abejas era importante para la polinización y la vida del jardín.

- ¡Claro que sí, Susana! Estaremos encantadas de ayudarte - respondió Rosa, una flor rosa muy amable. Susana comenzó a recolectar néctar de cada una de las flores mientras ellas le contaban historias sobre el sol, el agua y cómo crecían gracias a ellos.

- El sol nos da luz y calor para crecer fuertes y bonitas - explicó Margarita, una flor blanca con pétalos amarillos en el centro. - Y el agua es como nuestra comida.

Nos nutre y nos mantiene frescas - agregó Tulipán, una flor roja muy coqueta. Mientras tanto, Abejorro, un pequeño insecto animal que vivía cerca del jardín observaba todo desde lejos. Le llamaba mucho la atención la laboriosa abeja Susana y decidió acercarse. - ¡Hola, Susana! Soy Abejorro.

Me encantaría ayudarte a recolectar néctar para tu colmena - dijo Abejorro con alegría. Susana se sorprendió al ver a Abejorro y aceptó su ayuda de buen grado. Juntos, trabajaron sin descanso reagarrando el dulce néctar de las flores.

Pero un día, mientras recolectaban néctar, una nube gris apareció en el cielo y comenzó a llover torrencialmente. Susana y Abejorro se refugiaron debajo de una hoja grande para protegerse. - ¡Oh no! ¿Qué haremos ahora? - preguntó Susana preocupada.

Abejorro pensó por un momento y luego sonrió. - No te preocupes, Susana. Podemos usar nuestras alas para volar hasta la colmena sin mojarnos - respondió con confianza. Y así lo hicieron.

Volando rápidamente entre la lluvia, lograron llegar sanos y salvos a la colmena llevando consigo todo el néctar recolectado. Cuando llegaron, las abejas de la colmena estaban muy felices de verlos regresar con tanto alimento.

- ¡Gracias por traernos tanto néctar! Ahora tendremos suficiente comida para todos - le dijeron emocionadas las abejas a Susana y Abejorro. Desde ese día, Susana y Abejorro se convirtieron en grandes amigos inseparables.

Juntos continuaron trabajando duro para llevar alimentos a la colmena mientras las flores del jardín seguían creciendo hermosas gracias al sol y al agua. Y así, el jardín se convirtió en un lugar lleno de vida y alegría, donde todos los seres vivos aprendieron la importancia de trabajar en equipo y cuidar unos de otros.

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