Floris en París
Floris estaba muy emocionado por su primer viaje a Europa. Había oído muchas historias sobre la ciudad del amor y no podía esperar para explorarla.
Cuando llegó al aeropuerto, se encontró con una familia francesa que lo invitó a quedarse en su casa durante su estadía. Floris aceptó encantado y se instaló en el hogar de la familia francesa.
Una mañana, mientras caminaba por las calles de París, Floris vio un grupo de niños jugando al fútbol en un parque cercano. No pudo resistirse y se acercó para unirse a ellos. "¡Hola chicos! ¿Puedo jugar con ustedes?", preguntó Floris. Los niños lo miraron con curiosidad pero luego asintieron y le dieron la bienvenida.
Floris demostró ser un jugador muy talentoso y rápidamente ganó el respeto de los niños franceses. Después del juego, los niños invitaron a Floris a pasar tiempo con ellos todos los días.
Juntos visitaron algunos de los sitios más famosos de París, como la Torre Eiffel y el Museo del Louvre. Durante sus aventuras juntos, Floris aprendió mucho sobre la cultura francesa y mejoró su francés hablando con sus nuevos amigos.
También descubrió que aunque eran diferentes entre sí, compartían una pasión común por el deporte. Un día, mientras paseaban por las calles parisinas, los niños notaron que alguien había dejado caer una billetera llena de dinero en el camino. Decidieron buscar al dueño para devolverle la billetera perdida.
Después de algunos esfuerzos, lograron encontrar al dueño de la billetera y se la devolvieron. El dueño estaba muy agradecido y les dio una recompensa por su honestidad.
Floris se sintió orgulloso de sus nuevos amigos franceses y aprendió que, aunque era divertido hacer turismo en un país extranjero, también era importante ser amable y ayudar a los demás.
Al final de su estadía en París, Floris regresó a casa con muchos recuerdos maravillosos y nuevos amigos para toda la vida. Aprendió que las diferencias culturales no importan cuando compartimos intereses comunes como el deporte y que siempre hay oportunidades para hacer el bien.