Florita, la salvadora del bosque
que llamó su atención. Era una pequeña planta con flores de colores brillantes y hojas relucientes que nunca antes había visto en el bosque. La conejita se acercó lentamente, intrigada por la belleza de la planta.
"¡Qué hermosa eres! ¿Cómo te llamas?", preguntó la conejita a la planta. La planta, con una voz suave y melodiosa, respondió: "Me llamo Florita y soy una flor mágica que solo crece en este bosque encantado".
La conejita quedó maravillada al escuchar esto y decidió cuidar de Florita todos los días, regándola con cariño y protegiéndola de cualquier peligro que pudiera acecharla. Con el paso del tiempo, Florita comenzó a crecer aún más hermosa y poderosa.
Sus pétalos brillaban bajo el sol y su aroma llenaba todo el bosque con un perfume dulce y reconfortante. Un día, mientras la conejita estaba junto a Florita, llegaron corriendo el búho, los pajaritos, las mariposas, el oso y el zorro alarmados.
"¡Conejita! ¡Conejita! El malvado brujo del bosque está lanzando un hechizo oscuro sobre nuestro hogar!", exclamaron todos juntos. La conejita sintió miedo por primera vez en mucho tiempo.
Pero entonces recordó la magia especial de Florita y supo lo que debía hacer. "No teman amigos, Florita nos ayudará a proteger nuestro hogar", dijo decidida la conejita. Corrió hacia Florita y le pidió ayuda con todas sus fuerzas.
En ese momento, algo increíble sucedió: las raíces de Florita se iluminaron con un resplandor dorado y empezaron a extenderse por todo el bosque. El hechizo del brujo se desvaneció ante tanta luz y energía positiva.
El bosque encantado volvió a estar seguro gracias al poder de la amistad y la magia de Florita. Desde ese día en adelante, la conejita siguió explorando el bosque junto a sus amigos, sabiendo que siempre tendrían a Florita para protegerlos y guiarlos en todo momento.
Y así vivieron felices para siempre en armonía y paz en aquel mágico lugar.
FIN.