Fluidez Interior


Había una vez un pequeño niño llamado Tartamudez Flexy. Era un niño muy inteligente y creativo, pero tenía un problema que lo hacía sentir diferente: tartamudeaba al hablar.

Tartamudez Flexy sentía mucha vergüenza cuando hablaba en público o con personas nuevas. A veces se trababa tanto que no podía terminar de decir lo que quería expresar. Esto le generaba mucha frustración y tristeza. Un día, Tartamudez Flexy decidió hablar con su mamá sobre cómo se sentía.

Le contó que estaba cansado de sentirse diferente y que a veces prefería quedarse callado para evitar pasar vergüenza. La mamá de Tartamudez Flexy lo escuchó con atención y le dijo: "Hijo, todos somos diferentes en alguna manera u otra.

Lo importante es aceptarnos como somos y trabajar en nuestros puntos débiles para mejorar". Tartamudez Flexy no entendió muy bien qué quería decir su mamá, pero decidió seguir sus consejos.

Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Tartamudez Flexy quiso contarles una historia divertida que había escuchado. Al principio sintió miedo y vergüenza de trabarse al hablar, pero recordó las palabras de su mamá y decidió intentarlo.

"Amigos- dijo Tartamudez Flexy- ¿Quieren saber algo gracioso? Ayer vi a un perro corriendo detrás de su propia cola ¡Y nunca la alcanzo!" Todos sus amigos rieron mucho y aplaudieron a Tartamudez Flexy por haber sido valiente al contarles la historia.

A partir de ese momento, Tartamudez Flexy se sintió más seguro de sí mismo y empezó a hablar con más fluidez. A veces todavía se trababa un poco, pero ya no le daba tanta importancia.

Sabía que lo importante era ser él mismo y aceptarse tal como era. Un día, Tartamudez Flexy fue invitado a dar un discurso en la escuela. Al principio sintió miedo de tartamudear frente a todos sus compañeros, pero recordó las palabras de su mamá y decidió intentarlo.

Cuando llegó el momento del discurso, Tartamudez Flexy habló con seguridad y fluidez ante toda la escuela. Todos lo aplaudieron al terminar y algunos incluso se acercaron para felicitarlo por su valentía.

Desde ese día, Tartamudez Flexy supo que su problema ya no era una carga para él. Había aprendido a aceptarse tal como era y eso lo hacía sentir bien consigo mismo.

Y así vivió feliz para siempre, disfrutando cada momento de su vida sin importar los obstáculos que se le presentaran.

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