Fran y su torre mágica de bloques


Fran era un niño cariñoso y juguetón. Le encantaba pasar el tiempo con sus primos, Lola, Martín y Pilar. Juntos formaban un equipo perfecto para divertirse.

Un día, Fran y sus primos decidieron construir la torre más alta que jamás hubieran imaginado. Se pusieron manos a la obra, con bloques de colores apilados uno sobre otro, concentrados en su gran proyecto. "Vamos a construir la torre más grande y maravillosa del mundo", dijo Fran con entusiasmo.

"Sí, y cuando esté lista, será nuestra fortaleza mágica", agregó Martín. Los niños trabajaron sin descanso, apilando bloques, poniendo a prueba su ingenio y habilidades. Por fin, la torre se elevaba, majestuosa y brillante. "Es asombrosa", exclamó Pilar.

De repente, un hada diminuta apareció frente a ellos. "¡Felicidades, queridos constructores! Han creado algo maravilloso y especial. Pero recuerden, la verdadera magia está en la amistad y la colaboración", les dijo el hada con una sonrisa. Los niños se miraron, sorprendidos y emocionados.

Comprendieron que, más allá de la imponente torre que habían construido, lo más importante era la unión entre ellos. Jugar juntos, reír juntos, compartir momentos inolvidables. La torre de bloques se convirtió en su símbolo de amistad y trabajo en equipo.

Desde entonces, cada vez que jugaban, recordaban la lección del hada y se sentían más unidos que nunca.

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