Francesc y su hermanita



Era un día soleado en la ciudad de Buenos Aires, y Francesc estaba en su habitación jugando con sus bloques de construcción. De repente, su mamá entró y le sonrió. - Francesc, tengo una noticia especial para vos - dijo ella.

Francesc dejó de jugar y la miró con curiosidad. - ¿Qué es, mamá? - preguntó emocionado.

- Vas a tener una hermanita - respondió su mamá.

Los ojos de Francesc se iluminaron como si fueran dos luceros. - ¡Qué genial! - exclamó. - ¡Voy a ser un hermano mayor! Pero, de repente, una sombra de nerviosismo cruzó su rostro. - ¿Pero papá dice que a veces los hermanos son pequeños y hacen ruido? No sé si voy a poder manejarlo.

Su mamá se acercó y le acarició el cabello. - Es normal sentirse así, Francesc. Tu hermanita va a hacer ruido y va a necesitar mucha atención, pero también va a ser un gran compañero de juegos y aventuras.

Los días pasaron, y Francesc empezó a imaginar cómo sería su vida con la nueva llegada. Pensaba en las cosas que le gustaría hacer juntos, como jugar a la pelota o leer cuentos.

Un día, mientras ayudaba a su mamá a organizar la habitación del bebé, Francesc encontró un cuaderno lleno de dibujos. - ¿Esto es para mi hermana? - preguntó, sorprendido.

- Sí, lo estamos preparando todo para su llegada - contestó su mamá. - ¿Te gustaría dibujar algo para ella?

- ¡Sí! - respondió Francesc con entusiasmo. Se puso a dibujar un sol gigante y una casa llena de colores. - Esto le va a gustar mucho.

Pero, a medida que pasaban las semanas, Francesc comenzó a notar que sus papás estaban más ocupados. Se sentía un poco olvidado y, en su mente, la idea de ser un buen hermano mayor comenzó a parecerle más complicada. - ¿Y si no puedo ser un buen hermano? - murmuró para sí mismo.

Una tarde, decidió hablar con su papá. - Papá, ¿y si mi hermanita no me quiere? - le preguntó, con un nudo en la garganta.

Su papá se agachó a su altura y sonrió. - Francesc, ella te va a querer porque sos su hermano. Además, vas a poder enseñarle muchas cosas. Y recuerda, todos los hermanos pasan por momentos difíciles al principio, pero eso está bien. ¡Lo importante es el amor que le vas a dar!

A pesar de esto, el día de la llegada de su hermanita fue un torbellino de emociones. Cuando su mamá volvió del hospital con el nuevo miembro de la familia, Francesc se quedó parado en la entrada, sintiendo que su corazón latía más rápido que jamás.

- ¡Francesc! - llamó su mamá. - Ven a conocer a tu hermanita, se llama Sofía.

Con pasos tímidos, se acercó. La vio en su cunita, tan pequeña y frágil. - Hola, Sofía - dijo con voz suave. Y en ese momento, su nerviosismo comenzó a desvanecerse.

Días después, mientras sus papás atendían a Sofía, Francesc empezó a jugar a los bloques de nuevo. Pero esta vez, lo hacía con un plan en mente. - Mamá, ¿puedo construir una torre gigante para que Sofía la vea cuando sea grande? - preguntó emocionado.

- ¡Claro, Francesc! - respondió ella, sonriendo. - Eso sería divertido.

Así comenzó una serie de actividades donde Francesc incluía a Sofía en su mundo. Le hablaba, le cantaba canciones y le mostraba cómo jugar con sus juguetes. Cada día, aunque sus papás estaban ocupados, Francesc hacía un espacio en su vida para su hermanita.

Un día, mientras armaban una torre de bloques, Francesc le dijo a Sofía: - Mirá cómo puedo hacerla más alta. ¡Así vas a entender lo divertido que es! - Sofía lo miraba con atención, y Francesc se sintió como un verdadero maestro.

Con el tiempo, el miedo de Francesc se transformó en amor y protección. Se convirtió en un buen hermano mayor, siempre cuidando a Sofía y compartiendo momentos especiales. Recordó las palabras de su papá, que un hermano mayor es también un amigo y un profesor.

Al pasar los meses, Francesc ya no se imaginaba diferente. Su vida era un cúmulo de risas, juegos y amor, y aunque a veces se sentía cansado, siempre había un motivo para sonreír.

- Gracias, Sofía, por ser mi hermana - le susurró un día al oído.

Y así, Francesc aprendió que ser hermano mayor no solo era una responsabilidad, sino una aventura maravillosa que prometía miles de momentos felices por delante.

FIN.

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