Francesca y Alonso en la Cocina Mágica



Era un hermoso día soleado en el barrio de Flores, Buenos Aires. Francesca, una niña de seis años, vivía con su hermano menor, Alonso, que apenas tenía dos años y medio. Aunque Francesca era mayor, adoraba a su hermanito y siempre intentaba enseñarle cosas nuevas.

Un día, mientras jugaban en la casa, Francesca tuvo una idea brillante. "-¡Alonso! ¡Hoy vamos a cocinar!" exclamó emocionada. Alonso, que aún estaba aprendiendo a gatear, se deslizó hacia su hermana.

"-¿Cocinar? Pero yo gateo, no cocino!" respondió Alonso, mirando con curiosidad el delantal colorido que Francesca había puesto. Ella sonrió y le dijo: "-¡No te preocupes! Te ayudaré a cocinar y a gatear al mismo tiempo!". El plan de Francesca era perfecto, porque quería hacer galletas de avena, que era la receta favorita de su madre.

Francesca recogió todos los ingredientes de la alacena: avena, miel, mantequilla y un par de frutas. Al colocar todo sobre la mesa, se giró hacia Alonso. "-Primero, necesitamos mezclar todo. ¡Ven, ayúdame a poner los ingredientes en el bol!".

Alonso, emocionado, empezó a arrastrarse hacia la mesa, pero, en su camino, se detuvo para jugar con un peluche. "-¡Alonso! ¡Vení!" lo llamó Francesca un poco preocupada. Justo en ese momento, Alonso se dio cuenta de que podía arrastrar el peluche hasta donde estaba Francesca. "-¡Mira, Francesca, puedo gatear con mi peluche!".

"-¡Eso es genial! Pero ven a ayudarme con las galletas primero!". Alonso, un poco indeciso, finalmente dejó el peluche y siguió gateando hacia su hermana. Al llegar, Francesca le enseñó cómo echar la avena en el bol. "-Ahora, tenemos que mezclar todo. ¡Puedes usar tus manitos!". Alonso, emocionado, se metió las manos en la mezcla y comenzó a batirla animadamente, llenando su carita de harina.

"-¡Mirá, estoy haciendo una lluvia de avena!". Francesca se ríe de la ocurrencia de su hermanito. Mientras mezclaban, Francesca le contaba de cada ingrediente. "-La avena es buena para la salud, y con la miel las galletas quedan dulces, ¡como nosotros!". Alonso escuchaba admirado, con los ojos bien abiertos.

Cuando terminaron de mezclar los ingredientes, Francesca tomó un molde para hacer las galletas. "-Ahora viene la parte más divertida, ¡a formar las galletas!". Se puso a hacer pequeñas bolitas mientras Alonso las observaba. Después de un momento, Francesca dijo: "-¡Alonso! ¿Quieres intentar hacer una?". Su hermanito asintió con entusiasmo.

"-Pero... no sé si puedo formar galletas con mis manitos!". “-No te preocupes, yo te ayudo. Solo tienes que presionar así... ¡eso es! ¡Bien hecho!". Con los pequeños deditos de Alonso, comenzaron a hacer bolitas, y Francesca lo animaba. "-¡Sos un gran cocinero!".

Justo cuando estaban por poner las galletas en el horno, la mamá de Francesca entró a la cocina. "-¿Qué están haciendo aquí?" preguntó con sorpresa. Alonso, lleno de harina por todas partes, levantó sus manitas y dijo: "-¡Cocinar!". La mamá sonrió, admirando la diversión entre los dos hermanos.

"-Esto se ve delicioso, pero... ¡necesito ayudarlos! No quiero que el horno se vuelva un lugar peligroso!". Juntos, los tres comenzaron a preparar el horno. La mamá les indicó cómo hacerlo de manera segura, y los niños siguieron atentamente.

Las galletas finalmente estuvieron en el horno, y mientras esperaban, Francesca le dijo a Alonso: "-Ves, ¡cocinar es divertido! A veces es difícil, pero cuando trabajamos juntos, es más fácil y mucho más lindo!". Alonso, con gran entusiasmo, respondió: "-¡Sí, como un equipo!".

Cuando las galletas estuvieron listas, la madre las sacó del horno y el aroma llenó la cocina. "-¡Qué ricas!" exclamó Francesca. "-¿Querés probarlas, Alonso?". Él asintió y, mientras disfrutaban de las galletas, Francesca se sintió orgullosa. Enseñar a su hermano había sido una experiencia maravillosa y divertida.

Esa tarde, Francesca se dio cuenta de que aunque era mayor y sabía muchas cosas, a veces podía aprender de Alonso también, y juntos podían hacer grandes cosas. La cocina se convirtió en un lugar mágico donde aprendieron lo importante de compartir, colaborar y disfrutar de los momentos juntos.

Desde entonces, cada vez que Francesca y Alonso cocinaban, recordaban aquella primera vez y la importancia de ser un gran equipo.

FIN.

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