Francesca y el Torneo de Basket
Francesca era una niña llena de energía y alegría. Cada martes y jueves, ella y su mejor amiga Isabella se juntaban en la cancha de su barrio para jugar al básquet. Ambas soñaban con ser grandes jugadoras y competían en pequeños partidos improvisados contra los chicos de la cuadra.
Un día, mientras practicaban sus lanzamientos, Francesca tuvo una idea brillante.
"Isabella, ¿qué te parece si nos inscribimos en el torneo de básquet que hacen en la escuela?" - preguntó Francesca, con sus ojos brillando de emoción.
"¡Genial! Pero, ¿crees que podemos competir contra los chicos?" - Isabella miró dudosa al grupo de chicos que jugaba a pocos metros.
"¡Claro que sí!" - exclamó Francesca entusiasmada. "Si practicamos duro, podemos lograrlo. Además, ¡el torneo es nuestro momento de brillar!" -
Con la misión de inscribirse, las chicas comenzaron a entrenar más intensamente. Se levantaban temprano, tiraban al aro, practicaban pases y corrían por el parque para mejorar su resistencia. La conexión entre ellas se volvía más fuerte con cada práctica.
Mientras tanto, sus otros amigos las alentaban, y hasta algunos chicos se acercaron a verlas jugar. Aun así, siempre había algunos que se reían de que dos chicas pudieran competir en un torneo de básquet.
"¿Por qué se inscriben? No tienen posibilidades contra nosotros" - se burló un chico llamado Lucas, que era el mejor jugador de la cuadra.
Francesca no se dejó llevar por sus palabras. En lugar de eso, se giró hacia Isabella y le dijo:
"Cada vez que alguien no cree en nosotras, ¡tenemos que entrenar aún más fuerte!" -
Llenas de energía, las chicas comenzaron a participar en distintos equipos en su escuela y poco a poco mejoraron su juego. El día del torneo llegó, y estaban listas para demostrar lo que habían entrenado.
Cuando el torneo comenzó, Francesca e Isabella se sentaron y vieron a los equipos jugar un partido impresionante. Ellas aprendieron mucho solo de observar, y eso las motivó aún más.
Finalmente, llegó el momento de su partido. Nerviosas, entraron a la cancha mientras los aplausos resonaban. El primer pitido sonó y empezaron a jugar. Isabella y Francesca se comunicaron con miradas, pases rápidos y la confianza en sus habilidades. A medida que avanzaba el partido, las chicas comenzaron a marcar puntos, sorprendiendo a todos.
"¡Vamos, Francesca! ¡Pasa la pelota!" - gritó Isabella entusiasmada.
"¡Aquí va!" - Francesca lanzó la pelota hacia Isabella, quien con un salto la atrapó y encestó de un solo tiro.
El público aplaudió, y hasta los chicos que se habían burlado de ellas comenzaron a animarlas. Sin embargo, el equipo contrario era fuerte, y el marcador estaba muy parejo. Como último recurso, Francesca y Isabella decidieron poner en práctica todo lo aprendido.
"Isabella, ¡hagámoslo juntas!" - dijo Francesca con determinación. "Contemos hasta tres, y cada una hará lo que sabe mejor. ¡Confío en vos!" -
"¡Sí! ¡A la cuenta de tres!" - acordaron.
Contaron juntas: "Uno, dos, tres!" En un sincronizado movimiento, Francesca dribló el balón, mientras Isabella se posicionó perfectamente para recibir el pase. Con un lanzamiento potente, Francesca lanzó y el aro... ¡cayó en su lugar! El público estalló en aplausos.
El tiempo corría, y aunque el otro equipo lo intentó todo, al final, lo que importó fue el trabajo en equipo y la amistad. El partido terminó y, aunque no ganaron el torneo, se abrazaron en la cancha entre risas y lágrimas de alegría.
"¡Lo hicimos, Francesca! ¡No importa el resultado, jugamos con todo!" - dijo Isabella todavía emocionada.
"¡Sí! Y ahora sabemos que no hay limite para alcanzar nuestros sueños si trabajamos juntas" - agregó Francesca.
Desde ese día, Francesca e Isabella siguieron jugando al básquet, pero también aprendieron a nunca rendirse y a apoyar a las personas que los rodeaban. Y así, su historia se convirtió en una leyenda en el barrio, inspirando a otros a seguir sus pasiones, sin importar los desafíos que enfrentaran.
Francesca e Isabella se dieron cuenta de que lo importante en el deporte, y en la vida, no es solo ganar, sino disfrutar del viaje y valorar la amistad. Años después, cada vez que se encontraban con sus amigos, siempre recordaban aquella mágica jornada en el torneo y todo lo que habían conseguido juntas.
FIN.