Francesco y la Aventura en el Jardín



Era un brillante día de primavera, y Francesco estaba emocionado porque iba a su primer día en el jardín de infantes de sala de 3 años. Con una mochila llena de colores y su juguete favorito, un pequeño dinosaurio de peluche llamado Dino, se despidió de su mamá.

"¡Divertite mucho, Francesco!" le dijo su mamá mientras él salía corriendo.

Al llegar al jardín, los colores de las paredes, los juegos y los risas de los otros niños lo hicieron sentir alegre, pero también un poco nervioso. Su mirada buscaba a otros amiguitos, y pronto encontró a dos chicos que estaban construyendo una torre con bloques.

"¡Hola! Soy Francesco, ¿puedo jugar con ustedes?" preguntó con timidez.

Los chicos, Ana y Lucas, sonrieron y le dijeron:

"¡Claro! Vení, ayúdanos a hacerla más alta."

Mientras juntos apilaban los bloques, la torre crecía y crecía. De repente, Lucas, emocionado, dijo:

"¡Mirá! ¡Casi llega al techo!"

Pero justo cuando añadieron un bloque más, ¡sorpresa! La torre se vino abajo.

"¡Oh no!" gritó Ana, con los ojos muy abiertos.

Francesco se sintió un poco mal. No le gustaba que algo que habían hecho con tanto esfuerzo se hubiera desmoronado.

"No importa, podemos hacerlo de nuevo. Yo tengo una idea. ¿Y si hacemos una torre que se ensanche en la base? Así será más estable." propuso Francesco.

Ana y Lucas se miraron y dijeron:

"¡Esa es una gran idea!"

Así que los tres comenzaron a reconstruir la torre, esta vez con una base más ancha. Al trabajar juntos, aprendieron a comunicarse, a compartir ideas y a reirse de los errores. Pronto, la torre estaba lista y era más alta que nunca.

"¡Lo logramos!" exclamó Ana, dando un salto de alegría.

Pero justo cuando estaban a punto de celebrarlo, el profesor entró al aula con una gran noticia.

"¡Niños! Hoy vamos a hacer una búsqueda del tesoro en el jardín!"

Los ojos de Francesco brillaron.

"¿Cómo es eso?" preguntó.

Los niños se reunieron alrededor del profesor, que les explicó:

"Tendrán que encontrar los colores que hay escondidos en todo el jardín. Cada grupo tendrá un color diferente. A ver quién lo encuentra primero!"

Francesco, Ana y Lucas se miraron emocionados.

"¡Vamos a ser un equipo!" dijo Francesco.

Así que formaron su equipo y corrieron al jardín, buscando pistas que los llevaran a los objetos ocultos. Francesco encontró un hermoso pañuelo rojo.

"¡Miren lo que encontré!" dijo, levantando el pañuelo en el aire.

"¡Genial! †жағал! ! ¡Sigamos buscando!" exclamó Ana, y así continuaron su búsqueda.

Cada vez que encontraban un objeto, hacían una gran fiesta, aplaudiendo y riendo. Pero un giro inesperado llegó cuando Lucas encontró una caja del tesoro con una nota.

"¿Qué dice la nota?" preguntó Francesco curioso.

Lucas descifró la nota y dijo:

"¡El verdadero tesoro es la amistad!"

Los tres miraron a su alrededor. La verdadera diversión no eran solo los objetos que habían encontrado, sino el tiempo que estaban pasando juntos, riéndose y ayudándose.

Al final del día, el profesor les dio a todos los niños un diploma por haber sido un gran equipo, y cada uno se sintió muy feliz.

"¡Hoy fue el mejor día de todos!" dijo Francesco mientras se iba a casa.

"Sí, ¡tenemos que hacer más cosas juntos!" agregó Ana.

Y así, Francesco, Ana y Lucas se convirtieron en grandes amigos, aprendiendo lo que significa trabajar en equipo y disfrutar de cada momento juntos. Desde ese día, cada vez que jugaban, siempre recordaban que el verdadero tesoro en el jardín era la amistad que habían formado.

.

FIN.

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