Francisca, la oruguita que no quería volar
Había una vez en un bello jardín, una oruguita llamada Francisca. Ella vivía feliz comiendo hojitas verdes y disfrutando del sol todas las mañanas.
Pero un día, todas sus amigas orugas comenzaron a construir capullos para transformarse en mariposas, y Francisca no quería hacerlo. "Francisca, ¿por qué no construyes tu capullo? Será maravilloso volar como una mariposa", le decía su amiga Martina. "No, no quiero volar. Me gusta mi vida tranquila y no quiero cambiar", respondía Francisca con tristeza.
A medida que sus amigas se convertían en hermosas mariposas, Francisca se sentía cada vez más sola. Un día, mientras paseaba por el jardín, conoció a Lucas, un caracol aventurero. "Hola, Francisca.
He oído que no quieres volar, pero ¿alguna vez has pensado en explorar el jardín desde el suelo?", dijo Lucas con entusiasmo. A partir de ese momento, Francisca y Lucas se convirtieron en grandes amigos y juntos descubrieron la belleza del jardín desde una perspectiva diferente.
Aprendieron a apreciar las cosas simples y a valorar la amistad. Un día, mientras contemplaban el cielo, vieron a sus amigas mariposas surcando el aire con gracia. "Francisca, ¿no te gustaría volar y unirte a ellas?", preguntó Lucas. "No, Lucas.
Estoy feliz aquí, en el suelo, contigo", respondió ella con una sonrisa. Con el tiempo, sus amigas mariposas comprendieron que Francisca era feliz siendo oruga, y juntas disfrutaron del jardín, cada una a su manera.
Y así, Francisca descubrió que no necesitaba volar para ser feliz, porque la verdadera felicidad estaba en aceptarse a sí misma y en valorar la amistad.
Y en el jardín, la oruguita que no quería volar vivió muchos momentos felices junto a sus amigos, disfrutando de su propia forma de volar: a ras del suelo, explorando el mundo con curiosidad.
FIN.