Francisco, Dolores y Santiago
En un pequeño pueblo llamado Biegos, había tres amigos inseparables: Francisco, Dolores y Santiago. Todos los días, después de sus clases en la escuela, exploraban los campos y bosques que rodeaban su hogar. Eran conocidos por su curiosidad y valentía, pero también por su espíritu solidario.
Un día, mientras caminaban cerca del río, se encontraron con un misterioso libro grande y polvoriento en una cueva.
"¡Miren esto!" - exclamó Francisco, mostrando el libro a sus amigos.
"¿Qué será?" - preguntó Dolores, emocionada.
"No lo sé, pero parece antiguo. Vamos a abrirlo" - dijo Santiago, llenándose de intriga.
Cuando abrieron el libro, una luz brillante los envolvió y de repente se encontraron en un mundo mágico lleno de criaturas fantásticas.
"¡Guau! Esto es increíble!" - gritó Dolores, corriendo hacia un árbol gigante.
Pero de pronto, escucharon un llanto que provenía de un arbusto. Fue entonces cuando vieron a un pequeño dragón de color verde, atrapado entre ramas.
"¡Pobrecito!" - dijo Santiago, más preocupado.
"Debemos ayudarlo" - propuso Francisco.
Los tres amigos comenzaron a despejar las ramas con cuidado.
"¡Gracias, amigos!" - dijo el dragón. "Soy Drago, y me he perdido en este mundo. Necesito regresar a mi hogar."
"¿Cómo podemos ayudarte, Drago?" - preguntó Dolores.
"Debemos encontrar la gema mágica que se ha ocultado en esta tierra. Ella puede abrir el portal y llevarme de vuelta a casa" - explicó el dragón.
Sin pensarlo dos veces, los amigos decidieron emprender la misión junto a Drago. Se adentraron en el bosque, donde se encontraron con un río de cristal.
"¡Miren esas criaturas nadando!" - dijo Santiago, maravillado.
Pero de repente, un gran pez salió del agua bloqueando el camino.
"¿Quién se atreve a cruzar mi río?" - gruñó el pez.
"Nosotros solo queremos ayudar a nuestro amigo Drago a encontrar la gema mágica" - dijo Francisco con valentía.
"Si quieren pasar, deben demostrar su valentía. Necesito que recojan flores en la cima de esa montaña y las traigan de vuelta" - dijo el pez.
Los amigos se miraron y decidieron aceptar el desafío. Subieron la montaña, enfrentando vientos fuertes y rocas resbaladizas, pero nunca se rindieron. Al llegar a la cima, encontraron las flores, hermosas y multicolores.
"¡Lo logramos!" - gritó Dolores, llenando su canasta con flores.
Descendieron rápidamente y le llevaron las flores al pez.
"¡Buen trabajo! Aquí tienen un pasaje seguro" - dijo el pez, moviendo su cola y abriendo el camino para que cruzaran.
Al llegar a la otra orilla, Drago les indicó que debían buscar un círculo de piedras.
"Allí se encuentra la gema, pero estará protegida por un guardián" - advirtió.
Cuando llegaron al círculo, se encontraron con un enorme grifo que custodiaba la gema.
"¡Deténganse! Nadie puede llevarse la gema sin resolver mi acertijo" - rugió el grifo.
Los amigos se tomaron un momento para tranquilizarse.
"Estamos listos, dinos tu acertijo" - dijo Santiago, decidido.
"¿Qué es lo que sube y nunca baja?" - preguntó el grifo.
Los tres amigos pensaron, y tras varios intentos de responder incorrectamente, fue Dolores quien recordó.
"¡La edad!" - exclamó.
El grifo se sorprendió pero sonrió.
"¡Correcto! Pueden llevarse la gema, caballeros" - dijo, apartándose.
Con felicidad, Drago tomó la gema.
"¡Gracias, amigos! Ahora podremos regresar a casa" - gritó con alegría.
El dragón colocó la gema en el suelo y una luz brillante los rodeó nuevamente. Cuando la luz se disipó, los amigos se encontraron de vuelta en la cueva, con el libro aún en sus manos.
"¿Lo soñamos?" - preguntó Francisco con incredulidad.
"No, ha sido real" - dijo Santiago.
"Debemos volver a ayudar a Drago, y también a otras criaturas" - sugirió Dolores, sonriendo animadamente.
Así, los tres amigos se hicieron promesa de siempre ayudar a quienes lo necesiten, recordando que la amistad y la valentía pueden llevarlos a grandes aventuras.
FIN.