Francisco y el Reto Ecológico



En el pequeño y colorido Cusco, Francisco era un niño que se destacaba no solo por su gran energía, sino también por su amor hacia la naturaleza. Estudiaba en el Colegio San Francisco de Asís, un lugar donde los niños aprendían no solo matemáticas y ciencias, sino también a cuidar el hermoso entorno que los rodeaba.

Francisco siempre estaba acompañado de su mejor amigo, Juan. Juntos pasaban las horas libres hablando de su pasión por el medioambiente. Un día, decidieron que era el momento de hacer algo especial. La profesora de ciencias les había enseñado sobre la importancia de cuidar la naturaleza, y ellos querían compartir ese conocimiento con otro compañero de clase: Jhoel.

Jhoel era un niño un tanto travieso, que disfrutaba hacer bromas y a menudo no prestaba atención a las lecciones. A pesar de esto, Francisco y Juan creían que podría ser un aliado valioso una vez que entendiera la importancia del cuidado del medioambiente.

"¿Querés venir a dar una vuelta por el parque?" - le preguntó Francisco a Jhoel un día después de clases.

"¿Por qué debería?" - respondió Jhoel, encogiéndose de hombros.

"Porque ahí vamos a hacer un pequeño experimento. ¡Es muy divertido!" - animó Juan.

Intrigado, Jhoel aceptó. En el parque, Francisco y Juan habían traído algunos reciclables.

"Hoy vamos a hacer un concurso de quién puede dibujar el mejor árbol con materiales reciclados. El ganador se llevará una bolsa de golosinas" - explicó Francisco.

Jhoel no pudo resistir la tentación de ganar. Empezaron a recolectar botellas, papeles y cartones para hacer su obra maestra. Mientras trabajaban, Francisco y Juan les contaban sobre la contaminación y cómo los pequeños actos podían hacer una gran diferencia.

"¿Sabías que si reciclamos, ayudamos a evitar que se talen más árboles?" - preguntó Juan.

"No, no lo sabía..." - admitió Jhoel un poco más interesado.

Los tres niños se dieron cuenta de que trabajando juntos, se podían crear cosas maravillosas. Al ver la cantidad de basura que había en el parque, Jhoel también se sintió un poco mal.

"No puedo creer que hay tanta basura aquí. ¿De verdad podemos hacer algo al respecto?" - preguntó, mirando a sus amigos.

"¡Claro! Hacer una limpieza podría ser un gran comienzo!" - respondió Francisco.

Juntos decidieron que al día siguiente llevarían bolsas al parque para recoger la basura. Jhoel, emocionado por la idea, se comprometió a invitar a más amigos.

Días después, el grupo llegó al parque con ropa de trabajo y muchas ganas. Confluían todo tipo de niños, dispuestos a hacer una diferencia. A medida que recogían basura, Jhoel se sentía orgulloso de lo que hacían.

"¡Miren! Justo acabo de encontrar una botella de plástico!" - exclamó Jhoel.

"¡Ese es el espíritu! Cada pequeño esfuerzo cuenta!" - dijo Juan.

Así pasaron la mañana, riendo y trabajando en equipo. José el portero del parque, que observaba desde la sombra, se acercó y sonrió.

"Nunca había visto a tantos niños preocupados por el medioambiente. Estoy orgulloso de ustedes" - dijo.

"Gracias, don José. Estamos aprendiendo que cuidar el ambiente es importante" - respondió Francisco.

Finalmente, cuando terminaron, se sentaron sobre la hierba para descansar. Mirando todo lo que habían recogido, Jhoel se sintió diferente. Se dio cuenta de que ser parte de algo grande le traía alegría.

"Gracias, chicos. Nunca pensé que ayudar al medioambiente podría ser tan divertido" - confesó Jhoel.

"Esto es solo el comienzo, podemos hacer muchas más cosas juntos" - dijo Francisco, sonriendo.

Y así, los tres amigos siguieron uniendo fuerzas. No solo se convirtieron en los mejores defensores de la naturaleza en su colegio, sino que también, a través de la amistad y la diversión, Jhoel aprendió a cuidar el lugar donde vivía, convirtiéndose en un niño responsable y consciente de su entorno.

La historia de Francisco, Juan y Jhoel se convirtió en un legado en el Colegio San Francisco de Asís, inspirando a otros niños a amar y cuidar del medioambiente como si fuera su propio hogar.

FIN.

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