Francisco y su tren mágico


En un pequeño pueblo de Argentina llamado Villa Esperanza, vivía un niño llamado Francisco. Todos los días, Francisco iba a la escuela caminando y tenía que cruzar las vías del tren para llegar hasta allí.

En su camino, siempre se encontraba con una barrera roja y blanca que se bajaba cada vez que pasaba el tren blanco con azul. Un día soleado, mientras Francisco caminaba hacia la escuela, escuchó el sonido del tren acercándose.

Apuró el paso para no llegar tarde y justo cuando estaba por cruzar las vías, la barrera se comenzó a bajar lentamente. Francisco sintió un poco de frustración al ver que tendría que esperar a que el tren pasara.

- ¡Ay no! ¡Otra vez la barrera baja! - exclamó Francisco con desánimo. Mientras esperaba, observó detenidamente al tren blanco con azul pasar frente a él.

Se quedó maravillado viendo cómo las ventanas brillaban bajo el sol y pensó en lo emocionante que sería viajar en ese tren algún día. Al terminar de pasar el tren, la barrera se levantó nuevamente y Francisco pudo cruzar las vías para llegar a tiempo a la escuela.

Durante toda esa mañana no podía dejar de pensar en lo impresionante que había sido ver pasar al tren tan cerca. Esa misma tarde, al regresar a casa después de clases, decidió detenerse junto a las vías del tren para observarlo pasar una vez más.

Mientras lo veía alejarse en la distancia, una idea brillante cruzó por su mente. - ¿Y si construyo mi propio tren? - pensó Francisco emocionado.

Decidido a hacer realidad su sueño de tener su propio medio de transporte, comenzó a recolectar materiales reciclados: cajas vacías, tapas de botellas y ruedas viejas. Con mucha creatividad e ingenio, construyó un pequeño vagón pintado de blanco con detalles azules como el tren real.

Una vez terminado su vagón improvisado, invitó a sus amigos del barrio a subirse para dar un paseo por los alrededores. Juntos empujaron el vagón por las calles mientras reían y disfrutaban de aquel momento único.

Al caer la tarde y regresar a casa exhaustos pero felices, todos estaban encantados con la aventura vivida junto al —"tren"  hecho por Francisco.

Desde ese día en adelante, cada vez que veían bajar la barrera roja y blanca del verdadero tren argentino blanco con azul; recordaban aquella divertida tarde en la que habían sido parte de algo especial gracias al ingenio y creatividad de Francisco. Y así fue como este valiente niño demostró que los sueños pueden hacerse realidad si uno está dispuesto a trabajar duro y creer en sí mismo.

Porque aunque no tuviera un verdadero tren blanco con azul para viajar lejos; tenía algo aún más valioso: amigos con quienes compartir momentos inolvidables llenos de diversión e imaginación.

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